¿Es posible reconocer a un violador homicida a simple vista?
Pero antes de desarrollar respuestas a estas preguntas tendremos un poco de referencia conceptual.
Existe un primer tipo de agresor sexual: el violador ocasional, que es una persona convencionalmente normal, pero que en una determinada circunstancia y ante una mujer bien diferenciada, y casi siempre desconocida, bajo los efectos del alcohol en la mayoría de las ocasiones, no pone en marcha sus frenos inhibitorios no éticos y da salida a un acto violento en forma impulsiva e incontrolada que no suele repetir. Estos sujetos se reinsertan con facilidad y no suelen suponer un gran riesgo social, exceptuando el hecho aislado y ocasional a que dieron lugar de forma totalmente imprevisible incluso para ellos.
En segundo lugar se encuentra entre los violadores el débil mental u oligofrénico, que, por su situación de hambre sexual, busca a la mujer para dar salida a sus impulsos, no importándole quién ni dónde sea, ni siquiera si la víctima es una menor, lo que facilita las cosas, ya que con la mujer hecha y derecha siempre se encontrará en inferioridad de circunstancias, no físicas, por supuesto, sino en la propia dialéctica de los sexos, en que siempre será vencido. Estos sujetos suelen dotar a sus violaciones de una especial hostilidad ya que en ellos el acto se carga de venganza, pues en no pocas ocasiones la mujer se ha reído de él y le ha llamado tonto, lo que vivencia el débil mental como una espina irritativa, nebulosamente concienciada, que le hace dolerse ante la afrenta de ser despreciado.
En íntima relación con el segundo grupo se encuentra el perverso sexual, personalidad psicopática de gran resonancia social y criminal. Hay que distinguir el cuadro puro con los del débil mental disarmónico de carácter psicopático y del psicópata sexual con escasa dotación intelectual, mezcla que, cuando se da, aumenta de forma importante la peligrosidad del violador, ya que el perverso sexual busca encontrar en la fuerza empleada contra la mujer la seguridad de su sexualidad precaria y pobre, ante la que necesita autoafirmarse. Esta es la razón por la que la resistencia de la mujer estimula su agresividad, siendo éste el motivo del alto riesgo del perverso sexual, en el que los elementos sádicos determinantes de sus actos no son súper-disponibles, propiamente, a la violencia vindicativa del oligofrénico, aunque en algunos casos puedan darse de forma conjunta y mezclada.
Fuente: http://manuelcarballal.blogspot.mx/…/el-perfil-el…
Aportación: Andrea Castañeda PLSPYCF