Raymond Robinson, conocido como “Charlie sin rostro”, recibió un impacto de 11.000 voltios cuando tenía 8 años, lo que dejó agujeros donde antes estaban los ojos y la nariz. Se convirtió en la fuente de muchas leyendas urbanas en todo Pensilvania y solo salía de su casa para caminar, lo que hacía de noche, para no asustar a la gente con su apariencia.