Las ciencias forenses son determinantes a la hora de dictaminar el fallo de la justicia sobre un caso criminal; por esta razón, es importante que se lleve a cabo un trabajo perfecto.
Las etapas de la investigación forense
Esta tarea debe estar acorde con las disposiciones legales. Se debe mantener un equilibrio entre los derechos del Estado, entre los que se encuentra combatir el delito y aplicar las penas correspondientes a los infractores de la ley, y los derechos del individuo.
Toda investigación criminal tiene como finalidad hacerse del material probatorio haciéndolo por medio de tres fases: recopilación de los indicios en el lugar de los hechos o lugar de intervención, en el cuerpo de la víctima (o el sospechoso) y de los testigos.
El proceso para responder todas las preguntas que se hacen los especialistas en ciencias forenses, consta de las siguientes etapas:
El investigador forense debe tener un objetivo en mente
La investigación debe realizarse de manera adecuada. El perito debe ser metódico y riguroso con su accionar. Estas son importantes particularidades, que forman parte de las etapas y características de la investigación criminal.
Probar que se ha cometido un delito
Una vez que el especialista este decidido por su objetivo; debe descubrir que se ha cometido un delito mediante el aporte de las evidencias necesarias. Las evidencias son un requisito necesario para que se pueda comenzar con una investigación policial. Sin pruebas, no hay investigación.
En muchas ocasiones, los delitos menores pueden conducir a delitos mayores. Por esta razón, se debe aprender a relacionar los indicios más pequeños y a interpretar las reacciones de los posibles implicados para descubrir conductas sospechosas.
Otro punto importante en esta etapa, es establecer los elementos que forman el delito. Esto puede incluir diversos factores, ya que depende del tipo de infracción y han de ser comprobados mediante evidencias o pruebas materiales. Cada situación requiere de sus propias técnicas.
Identificar a la víctima
Mediante el uso de técnicas infalibles, como es el caso de la comparación de huellas, las autoridades se encargan de reconocer oficialmente a la víctima. Aunque es común recurrir a testigos que pueden reconocer a la víctima, las autoridades se encargan de confirmar oficialmente la información.
Individualizar al sospechoso
Luego de que la víctima es reconocida, es necesario establecer la identidad de la o las personas que cometieron el delito. Esta se realiza bajo una premisa: la relación de un o unos indicios encontrados en la escena de los hechos o el cuerpo de la víctima, y que se correspondan tanto con el sospechoso como con el momento en el que se produjo el acto delictivo.
Vincular la evidencia con el sospechoso
La individualización del sospechoso no conlleva a la demostración de culpabilidad. Para poder acusar al sospechoso, hay que contar con evidencias físicas que expliquen cómo el sospechoso cometió el delito. Las evidencias que se utilicen deben dar cuenta de lo ocurrido, complementándose entre ellas y brindando una explicación lógica de lo sucedido; no pueden contradecirse entre ellas.
La defensa del acusado siempre puede tratar de demostrar que fue un accidente, o que el acusado no sabía lo que hacía. En muchas investigaciones, en este sentido, los forenses no tienen elementos para probar de que no fue un accidente, pero sí para demostrar que hubo intención. Un móvil es la razón que pudo tener el agresor para cometer el delito. Los forenses deben encontrar a partir del conjunto de evidencias las relaciones que permitan esclarecer los móviles.
Localizar al delincuente y probar su culpabilidad
Es fundamental localizar al delincuente y someterlo a la acción de la justicia. Aunque este objetivo está más relacionado con el accionar de las autoridades policiales.
En el juicio las pruebas aportadas deben sustentarse de manera conveniente y demostrar ante los tribunales que las conclusiones del peritaje son reales para que así el culpable sea enjuiciado. © Criminología Forense.