En general, los antropólogos que intervienen en la exhumación no siempre son los mismos que realizan el análisis de los restos en el laboratorio, por tanto es fundamental enviar a estos últimos la documentación escrita y fotográfica de los hallazgos para evitar que se interpreten inadecuadamente como lesiones peri mortem los cambios tafonómicos o las alteraciones que pueda haber sufrido el material durante el proceso de exhumación (fracturas producidas por palas, palustres, etc.) o durante la necropsia (si la hubo).
Los cambios tafonómicos son causados por diversos factores que se pueden agrupar en tres categorías: ambientales, individuales y humanos.
Dentro de los factores ambientales encontramos los agentes abióticos que incluyen la temperatura, exposición al agua y al sol, el pH del suelo y la profundidad del entierro y los agentes biológicos tales como animales depredadores( carnívoros, roedores e insectos), micro organismos presentes en el suelo (hongos y bacterias); plantas que pueden afectar la preservación del esqueleto, especialmente las raíces.

El estado de salud del individuo antes de su muerte y la causa de esta influyen en el estado de preservación de los restos. La osteoporosis, por ejemplo, caracterizada por una desmineralización del hueso, lo torna frágil y degradable. La edad del individuo es otro factor importante: los esqueletos de individuos sub-adultos son mucho más frágiles y proclives a las fracturas post- mortem.

Las intervenciones intencionales pueden tener fines delictivos encaminados a ocultar el cuerpo y la identidad alterando las características físicas del cadáver sometiéndolo por ejemplo a la acción del fuego directo, la desmembración o la aplicación de ácidos fuertes, entre otros.
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Fuente de consulta: Instituto Nacional de Medicina legal y Ciencias forenses, Manual para la identificación de cadáveres, Colombia, 2005.
Jimena Arellano
