La actriz de los dos premios Oscar y de los ojos violetas. La que empezó a actuar desde niña y terminó consagrándose como una de las mujeres más admiradas de Hollywood. El nombre de Elizabeth Taylor trascendió fronteras y convirtió a la artista nacida en Londres en uno de los íconos más reconocidos del cine internacional.
Además de lucirse frente a las cámaras, Liz, sobrenombre que ella misma rechazaba, se había vuelto una activista contra el Sida después de que su amigo Rock Hudson falleciera en 1985. “En ese momento la furia se apoderó de mí y me dejó temblando de rabia. Pensé que todo el mundo en la ciudad estaba hablando acerca del SIDA, dando un estigma muy marcado a esta enfermedad… me enojé mucho porque nadie estaba haciendo nada. Y en vez de ponerme a despotricar, pensé, ‘¿Qué puedo hacer?’”.
La actriz fue cofundadora de la Fundación Estadounidense para la Investigación sobre el Sida y también fue artífice de la Fundación Elizabeth Taylor del Sida. Por toda esta lucha comprometida recibió un galardón honorífico de la Academia de Hollywood. Asimismo, fue reconocida con el premio Princesa de Asturias en 1992, el mismo año en que participó de un show tributo a Freddie Mercury, para concientizar sobre la enfermedad.
Era una estrella con todas las letras. De esas que generaban admiración en sus colegas y tenía un carisma incomparable. Tras su fallecimiento, el 23 de marzo de 2011, Jane Fonda, por ejemplo, la elogió: “Elizabeth, en todos los niveles, era una persona de bien. Amable, generosa, valiente”.
Y así parecía dejar rastro por donde fuera que pasara. Sus padres, él comerciante de arte y ella actriz, vivían en Gran Bretaña y eran inmigrantes estadounidenses. Tuvieron a Liz el 27 de febrero de 1932 pero cuando apenas cumplió siete años la familia entera tuvo que dejar el país porque estaba a punto de estallar la Segunda Guerra Mundial.
Su destino fue ni más ni menos que Los Ángeles, la cuna de las celebridades de Hollywood. Allí, Taylor acudió a su primer casting que la llevó a interpretar su primer papel en la película There’s one born every minute, estrenada en 1942.
Fue entonces cuando la cámara se enamoró del rostro de Elizabeth y ese amor a primera vista duró más de 60 años. Su cara se convirtió en un ícono global que no solo acapararía la atención de los fanáticos del cine sino de la escena artística en general.
La afición por las joyas
Liz Taylor era conocida por su debilidad por las joyas. Sentía tal devoción por los diamantes que hasta llegó a tener una de las colecciones más valiosas del mundo. Algunas de sus piezas llegaron a ser vendidas por un valor de 5,9 millones de dólares. Entre ellas se distinguían las reconocidas marcas Boucheron, Cartier, Tiffany y Van Cleef & Arpels.
Algunas de las más lujosas fueron La Peregrina, una perla de Cartier que databa del siglo XVI y era de la corona española, y la pieza Taj Mahal, un diamante que fue vendido en 10,5 millones de dólares. Ambas fueron regalos del hombre que más amó, el actor británico Richard Burton.
Taylor contrajo matrimonio en ocho ocasiones, una de las razones por las que fue señalada como toda una seductora. “Soy una esposa muy comprometida por casarme tantas veces”, manifestó alguna vez a modo de broma.
Su primer marido fue el fundador de la cadena de hoteles Conrad, Nicholas Hilton, con quien se unió a sus 18 años. Se separaron a los diez meses y Taylor se casó después con Michael Wilding, con quien tuvo dos hijos, Christopher y Michael Jr.
El récord de Cleopatra
Cleopatra fue todo un hito en la vida de Elizabeth Taylor, no solo a nivel profesional sino también en el plano amoroso. El papel para interpretar a la reina egipcia había sido pensado inicialmente para Joan Collins. Sin embargo, el rodaje fue postergado en diversas ocasiones, lo que cansó a la actriz.
Los nombres que se barajaron después fueron Susan Hayward, Audrey Hepburn, Gina Lollobrigida y Sophia Loren pero ninguno se concretó. Fue entonces cuando Taylor se convirtió en la figura ideal para encarnar el personaje.
Pero no fue fácil convencer a la diva de aceptar el papel. Ella parecía estar bastante reacia a tomar la propuesta, por lo que pidió una suma descomunal que la producción aceptó. Un millón de dólares tenían que pagarle para que se convirtiera en Cleopatra. De esta forma, Taylor se volvió la primera estrella de cine en recibir esa cantidad de dinero por una sola película.
Además de una serie de eventos desafortunados como la traqueotomía a la que tuvo que ser sometida por la neumonía que adquirió, debido el frío que pasaban filmando en el invierno londinense, a nivel sentimental Liz protagonizó uno de los encuentros más importantes de la historia del cine.
La ficción superaría a la realidad. Ella, que interpretaba a Cleopatra, y Marco Antonio, encarnado por Richard Burton, se enamoraron en pleno rodaje y no lo pudieron ocultar.
La dama de Hollywood estaba en pareja con Fisher cuando empezaron a trascender los rumores de romance con el intérprete del militar romano, lo que le funcionó como publicidad al film dirigido por Joseph L. Mankiewicz.
El final de una leyenda del cine
Así es que Taylor estuvo siempre bajo las miradas de los fanáticos del cine y de la prensa internacional. Algo que muchos ignoran es que ella hizo la voz de la primera palabra de Maggie en Los Simpson. Se destacó también por sus papeles en El padre de la novia (1950), De repente, el último verano (1959) y Ambiciones que matan (1951).
Pero sus papeles más relucientes fueron en Butterfield 8 (1960), por la que ganó su primer Oscar, y ¿Quién teme a Virginia Woolf? (1962), con la que acumuló su segundo premio de la Academia de Hollywood.
Elizabeth Taylor murió a sus 79 años el 23 de marzo de 2011 en Los Ángeles, la ciudad que la vio brillar. Seis semanas antes había sido hospitalizada por una insuficiencia cardíaca congestiva. Las últimas imágenes que quedaron de ella fueron en silla de ruedas por los problemas que sufría en la espalda.
En su partida, diversas personalidades del mundo del espectáculo, como la actriz Diana Rigg, el exconductor Larry King y hasta Magic Johnson le dedicaron emotivas palabras.
Unas de las más distinguidas y profundas fueron las del cantante Elton John, quien ese mismo día en un show pronunció al dedicarle “Don’t let the sun go down on me”: “Hoy perdí a una amiga y ustedes a una heroína, llamada Elizabeth Taylor.Ella fue, sin duda alguna, una de las personas más grandiosas que he conocido en mi vida.
Dios te bendiga, Elizabeth Taylor. Dios sabrá cómo te reemplazaremos. Esto es para ti y para tu hermoso recuerdo, y para todas las personas que ayudaste y salvaste”.
Fuente. Yahoo.