Norma Rivas Herrera.- La adicción sexual, también conocida como trastorno de hipersexualidad, consiste en el deseo incontrolable de tener sexo, ya sea con la pareja, a través de la masturbación o con algún tipo de material pornográfico. En los hombres se conoce como satiriasis, andromanía o donjuanismo y es más frecuente en ellos que en las mujeres. Según el médico Carlos Cotiz, autor del libro Sexología para todos, en el hombre satírico se producen pensamientos obsesivo-compulsivos, con un alto grado de ansiedad y angustia.
“Difícilmente pueden establecer una relación afectiva con la pareja, por lo que tienden a la soledad por la dificultad que conlleva por lo general ser fiel a una pareja. Esto empeora aún más su ansia de sentirse bien y la única válvula de escape que sabe encontrar es la del placer físico. Poco a poco, las emociones quedan a un lado y terminan huyendo de cualquiera que les suponga un contacto emocional o romántico”, afirma el doctor Cotiz.
Esas personas “suelen manifestarse como fríos y huidizos ante las situaciones de expresión amorosa, suelen desaparecer sin dar explicaciones, se masturban muy a menudo, no les basta con una pareja y recurren a relaciones fuera de ella, descuidan su trabajo, su familia y nada parece hacerlos feliz. Con el tiempo, se aíslan de cuantos le rodean y, además, desarrollan frecuentemente conductas antisociales”, agrega el sexólogo.
A quienes padecen esa enfermedad no les importa si la otra persona, sea su pareja o no, alcanza algún tipo de satisfacción o placer; incluso, es capaz de obligar a alguien a tener relaciones; experimentan múltiples cambios de pareja y buscan la pornografía. Esas conductas afectan su vida laboral, pues su constante búsqueda de estímulos sexuales les impide cumplir con sus responsabilidades.