En el ocaso del siglo XIX y el amanecer del XX, el mundo científico se encontraba en una etapa de efervescencia y experimentación. Entre los muchos intentos por descifrar los misterios de la vida y la muerte, uno en particular destacó por su audacia y controversia: la teoría de los 21 gramos, formulada por el Dr. Duncan MacDougall. Esta hipótesis sugirió que el alma humana tiene masa y, por ende, es medible.
El 10 de abril de 1901, en Dorchester, Massachusetts, el Dr. MacDougall llevó a cabo un experimento sin precedentes. Su objetivo era medir la diferencia de peso en un cuerpo humano antes y después de la muerte, con la esperanza de cuantificar el alma. Para ello, diseñó una serie de balanzas meticulosamente calibradas con la ayuda de la compañía Fairbanks.
El experimento involucró a seis pacientes terminales seleccionados por la inminencia de su muerte. La muestra incluía cinco hombres y una mujer, dos de los cuales padecían tuberculosis. Los pacientes fueron colocados sobre las balanzas justo antes de su último aliento. Cinco médicos participaron en el proceso, asegurándose de registrar meticulosamente cualquier fluctuación en el peso.
Los resultados mostraron una pérdida de peso en todos los casos. Sin embargo, solo los datos de cuatro pacientes fueron considerados válidos debido a fallos técnicos o circunstancias imprevistas. La pérdida de peso no era uniforme, pero la media se estableció en aproximadamente 21 gramos, lo que llevó al Dr. MacDougall a postular que esta disminución correspondía al peso del alma. © origenes.substack.com