Procedente de la parte superior de la base del larario de la casa del banquero pompeyano Lucius Caecilius Iucundus, este bajorrelieve junto a otro que representaba el derrumbe de la Porta Vesubio (robado), muestran los efectos en Pompeya del seísmo que tuvo lugar el 5 de febrero del año 62, con epicentro en la zona del monte Vesubio, más concretamente en la ciudad de Estabia.
Las ciudades de Pompeya y Herculano fueron las que sufrieron los mayores daños, mientras que en Nápoles y Nocera se registraron también desperfectos en algunos edificios. Hubo numerosos colapsos, como así lo atestiguan las excavaciones arqueológicas. Las consecuencias de la sacudida principal y los temblores posteriores fueron en gran parte reparados en Pompeya y Herculano antes de la erupción del año 79, aunque algunos edificios todavía permanecían deshabitados y en fase de reconstrucción o presentaban signos de reparaciones recientes.
El alcance de los daños se ha empleado para estimar una magnitud del terremoto de 5 y 6 y una intensidad máxima de XI o X en la escala de intensidad de Mercalli.
Lo más probable es que estos bajorrelieves se ejecutaran en señal de expiación a los dioses enfurecidos o, una hipótesis menos creíble, que se hiciesen en señal de agradecimiento a los dioses que, al provocar el terremoto, habían permitido al especulador Lucius Caecilius Iucundus aumentar su riqueza con la desgracia.
Fotografías: Jamie Heath 2021