El asesinato de Julia Wallace en Liverpool, en 1931, es uno que escritores como Raymond Chandler o Dorothy L. Sayers siempre consideraron imposible de resolver si es que el marido, William Wallace, era realmente inocente. Otros autores, como PD James, afirmaron que habían conseguido determinar si Wallace era culpable, como se creyó inicialmente. Pero su apelación del veredicto salió en su favor al considerar e juez que no había pruebas suficientes para ahorcarlo por la muerte de su esposa.
¿Qué pasó en realidad? Wallace había recibido la noche anterior, en su club, una llamada telefónica de un desconocido que le decía que fuera a determinada dirección, al día siguiente, a una hora concreta. Mientras él estaba fuera, Julia fue asesinada a golpes en su casa y cuando William regresó, sus vecinos se lo encontraron intentando entrar en ella, sin éxito, porque todas las puertas estaban cerradas. Cuando consiguió hacerlo, halló el cadáver de su esposa. PD James sostenía que todo era demasiada coincidencia y que Wallace era realmente culpable. Magnet.