Por JOREM. En 1994, una mujer japonesa llamada Sachiko Eto fundó junto a su hija un extraño culto. Con el tiempo llegaría a reclutar a aproximadamente 12 seguidores, a quienes obligó a vivir junto a ella. Cualquiera que desobedeciera sus órdenes era sometido a un supuesto ritual de exorcismo, que consistía básicamente en brutales castigos físicos usando baquetas de un instrumento de percusión japonés llamado taiko, instrumento que también era usado para ahuyentar a los espíritus malignos.
Pero en realidad, el objetivo del ritual era claro, doblegar la voluntad de sus seguidores para controlarlos fácilmente. En diciembre de 1994, Eto le pidió dinero prestado a uno de sus devotos y cuando este se negó, Sachiko no dudó en someterlo a la brutal ceremonia de exorcismo hasta que al final, el sujeto terminó perdiendo la vida.
Tiempo después, la líder se encaprichó con uno de sus jóvenes seguidores, un sujeto llamado Yutaka Nemoto. Eto se enamoró perdidamente de Nemoto, inició un romance con él, y le dio un puesto relevante dentro de la secta. Cuando un seguidor protestó por el ascenso del amante de Sachiko Eto, esta entró en cólera, y como era de esperarse lo exorcizó de forma violenta y prolongada hasta que el hombre perdió la vida.
Posteriormente, Eto utilizó diversas razones para exorcizar de forma salvaje a 4 mujeres. Luego de cometer las brutales acciones, Sachiko Eto, colocó los cuerpos de los 6 fallecidos (4 mujeres y 2 hombres de entre 27 y 50 años) en una habitación de la casa y prometió resucitarlos. Luego que de un devoto de la secta consiguió escapar, las autoridades se enteraron de los crímenes y llegaron a la casa de Eto para apresarla. Finalmente fue condenada a muerte y ejecutada en 2012.