La primera vez que la vio quedó fuertemente impresionado con su cuerpo, pero tuvo que esperar a que oscureciera para que todos los demás se fueran a su casa y poder, al fin, quedarse a solas con ella. Como era el miembro más joven del personal, regularmente lo dejaban sólo para que hiciera la guardia nocturna, pero no le importaba ya que para él era maravilloso quedarse en la morgue rodeado de cadáveres femeninos. El joven estaba tan excitado con el cuerpo de una adolescente que, por primera vez tomó un poco de la sangre de un cadáver, luego se subió sobre el cuerpo y realizó el acto sexual.
Esto es únicamente una pequeña parte de la historia clínica de un empleado de 21 años de una morgue, realizada por el doctor Joseph Paul De River en 1956 y publicada en el libro The Sexual Criminal: A Psychoanalytical Study.
La historia de ese joven necrófilo comenzó cuando tenía 18 años. A esa edad le tocó sufrir la pérdida de su novia, quien murió de tuberculosis pulmonar. El suceso por supuesto le resultó traumático.
El informe de Joseph Paul De River dice que el joven y la muchacha sólo habían mantenido relaciones sexuales una vez, por lo que, cuando la vio muerta, la abrazó y lamentó no poderlo hacerlo con ella nunca más, sin embargo, al tener contacto con el cadáver de su amada sintió un fuerte deseo sexual.
La necrofilia es más frecuente de lo que crees
El tema de la necrofilia no ha sido muy estudiada por los psiquiatras o psicólogos porque sigue tratándose de un asunto que resulta complicado o incómodo de reconocer por parte de quienes tienen esas tendencias. Uno de los estudios más completos que apareció sobre el tema fue el del destacado psicoanalista alemán Erich Fromm, quien en su obra Anatomía de la destructividad humana realizó uno de los primeros intentos para descifrar el carácter por el cual algunas personas sentían deseo sexual por los cadáveres.
Una de las primeras conclusiones a las que llegó es que la necrofilia es mucho más frecuente de lo que suele suponerse, pero es difícil de detectarla ya que, explica el psicólogo, es muy complicado para las personas descubrir que sienten atracción por alguien muerto si no entran en contacto con algún cadáver; algo que no suele ser usual o cotidiano.
Háganse esta pregunta: ¿Cuántas veces en su vida han tenido contacto con alguien muerto? Es muy raro y poco usual, pero no lo es para los médicos, empleados de una morgue o de algún depósito de cadáveres, ellos son los se pueden encontrar varias veces con una cuerpo sin vida, por eso las personas que tienen necrofilia están en esos lugares ya sea por alguna de estas dos razones: Deseaban estar en ese lugar para satisfacer sus necesidades o en ese lugar descubrieron la atracción.
Como ejemplo tenemos la historia del estadounidense Kenneth Douglas, que salió a la luz en el 2014. Douglas confesó que cuando era empleado de una morgue en Ohaio había mantenido relaciones sexuales con tres cadáveres femeninos, los de Charlene Appling, April Hicks, y el de Karen Range.
Cuando las autoridades le preguntaron el número de cuerpos de los que había abusado, él simplemente contestó: “Podría haber sido un centenar”. Kenneth Douglas laboró en la morgue durante 16 años, de 1976 a 1992.
Los diferentes actos de necrofilia
Aunque popularmente se identifica a la necrofilia como el acto de copular con los cadáveres, en realidad abarca otros comportamientos. El criminólogo alemán Hans von Hentig menciona que los actos de necrofilia comprenden: El contacto sexual con un cadáver; la excitación sexual por ver el cuerpo de una persona fallecida; la atracción hacía los objetos y lugares relacionados con la muerte; como los féretros, cementerios y algunas flores; las ansias de tocar, de oler y de sentir algo putrefacto y los eventos de desmembramiento de un cadáver.
El último acto de la clasificación de Hans von Hentig es una prueba más de que la necrofilia es algo muy común y es que, a pesar de que en los medios de comunicación aparecen pocos casos de personas que tienen relaciones sexuales con cadáveres, si hay más noticias sobre asesinatos que incluyen el desmembramiento de una persona. Estas personas son llamadas por von Hentig como asesinos necrófilos quienes no tienen como objetivo el matar a una persona, sino disfrutar el acto del desmembramiento.
Sólo basta realizar una pequeña búsqueda en internet para comprobarlo, hay miles de historias en las que una persona es acusada de descuartizar a otra en comparación con noticias sobre actos de considerados como necrófilos.
Acciones necrófilas
Erich Fromm dio a conocer algunas de las características que podrían ayudar a identificar a un necrófilo. Fromm dice que algunas de las siguientes acciones pueden ser no intencionales.
La primera que menciona es el gusto que tienen algunas personas por los esqueletos, quienes frecuentemente tienen ese extraño gusto son algunos médicos o estudiantes de medicina, dicen que se sienten atraídos por los esqueletos por mero interés profesional, pero, dice Fromm, en algunos casos la realidad es otra más íntima.
Otro de los rasgos que presentan estas personas es que tienen la convicción de que los conflictos sólo se pueden resolver por medio de la fuerza o la violencia: “Quieren sentir el poder de convertir a una persona en cadáver”.
La siguiente característica es que las personas necrófilas tienen el gusto de hablar sobre la muerte y las enfermedades mortales, pero el rasgo que más los identifica es el de leer noticias sobre muertes en los periódicos y ver las fotos de los cadáveres a gusto, por eso es lo primero que leen.
El psicoanalista alemán también afirma que los necrófilos siempre son aguafiestas, aburren, y cansan a la gente, también tienen predilección por el pasado y lo consideran sagrado, “los muertos mandan a los vivos”; de forma contraria ven a lo nuevo como algo peligroso en contra del orden natural de las cosas.
Finalmente, y el punto que puede ser un poco polémico, es que las personas con tendencias necrófilas suelen tener una peculiar relación con el color, Fromm considera que los necrófilos prefieren vestir prendas con los colores que absorben la luz como el negro en lugar de los de los colores radiantes y vivos.
Aún falta mucho por estudiar la necrofilia, una parafilia considerado como un trastorno mental, que aún no tiene una forma específica de cura o tratamiento. Mientras las personas que la padecen seguirán en el anonimato buscando los lugares y los mementos ideales donde puedan satisfacer sus peculiares deseos sexuales sin que se sean descubiertos. Fuente: Yahoo