Una niña de 9 años fue secuestrada en plena calle. Lamentablemente, ninguna instrucción de sus padres la salvó, pues el delincuente comenzó a amenazarla con un cuchillo. Pasó los siguientes 9 años y 2 meses en una pequeña habitación, sin salir nunca.
La historia de Fusako Sano y el desarrollo de su mala suerte
El 13 de noviembre de 1990, una niña de 9 años se quedó después de la escuela para ver un partido de béisbol en Sanjo, prefectura de Niigata. Ya de camino a casa, un hombre apareció frente a ella y comenzó a invitarla insistentemente a su auto, y tan pronto como la niña quiso pedir ayuda, el delincuente sacó un cuchillo. La niña no tuvo otra opción y Fusako Sano se subió al maletero del coche. Nadie volvió a verla.
Fusako Sano era una hija obediente y normalmente no se quedaba mucho tiempo después de la escuela, por lo que al anochecer la madre de la niña empezó a preocuparse. Su madre salió a buscarla a la escuela pero su hija no estaba por ningún lado y la maestra de la escuela dijo que Fusako se fue después de que terminaron las clases. Inmediatamente después, la madre denunció la desaparición de su hija a la policía.
La policía y la escuela reunieron a más de 200 personas para buscar a la niña, pero no hubo rastro de ella. Después de esto, la policía creó un cuartel general de búsqueda especial y peinó la zona con un helicóptero, pero no encontró nada. Se distribuyeron folletos y anuncios por toda la prefectura de Niigata y se registraron a más de 1.000 personas en las proximidades de la ciudad de Sanjo. Desafortunadamente, nadie sabía que debían buscar en la ciudad vecina.
La niña de 9 años fue llevada a una casa de dos pisos en la ciudad de Kashiwazaki, en la prefectura de Niigata. Estaba situada a sólo 50 kilómetros de la ciudad natal de la niña. A Fusako le vendaron los ojos y la llevaron de la mano por la entrada trasera hasta el segundo piso de la casa. El secuestrador la ató a la cama y le ordenó guardar silencio, amenazándola con un cuchillo, mientras bajaba las escaleras y entraba nuevamente a la casa, pero por la entrada principal. Necesitaba tanto secreto para que su madre no sospechara nada.
El secuestrador resultó ser Nobuyuki Sato, de 28 años, que llevaba un estilo de vida solitario. El hombre no trabajaba, no se comunicaba con nadie, rara vez salía de casa y padecía germofobia. ( Imagen 4)
Sato nació en una familia adinerada. Su padre tenía 62 años y su madre 35 años. Sus padres lo amaban y no le negaron nada, por eso Sato se volvió egoísta. En la escuela, los compañeros se burlaban de la edad de su padre, comparándolo con su abuelo, razón por la cual Sato comenzó a alejarse de su padre. Cuando Sato estaba en la escuela secundaria, su padre falleció.
Con el paso del tiempo. Al quedarse sola con su hijo, la madre esperaba que su hijo creciera y encontrara un trabajo. Pero no importaba cuánto Sato le prometió a su madre conseguir un trabajo, eso jamas sucedió, solo después de graduarse de la escuela trabajó una vez en una empresa local durante 3 meses. Pronto Sato dejó de salir de casa por completo, se interesó en las apuestas en carreras de caballos y aumento las peticiones a su madre. La mujer empezó a seguir las órdenes de su hijo y a hacer apuestas en el hipódromo.
La mujer tenía miedo de su hijo por sus arrebatos de agresión y trataba de comunicarse con él lo menos posible. Por eso, cuando su hijo le prohibió subir al segundo piso (mucho después del secuestro), ella no hizo preguntas.
Se sabe que en junio de 1989, Sato intentó secuestrar por primera vez a una niña de 9 años, pero sus compañeros dieron la alarma a tiempo.
Su castigo fue una sentencia suspendida
Durante el primer año, Fusako estuvo atada a una cama. Se le prohibió salir de la habitación, y por la más mínima violación de las órdenes o mala conducta, Sato la castigaba: primero la golpeaba y luego compró una pistola paralizante como castigo. Todo el tiempo la niña tuvo que hacer sus necesidades en bolsas de plástico. Naturalmente, no había ningún tipo de higiene.
El secuestrador compartió con ella su ropa de hombre, le cortó el pelo y la alimentaba 1 o 2 veces al día. Por lo general, recibía sobras de la comida de su madre o sopas instantáneas.
Lo único bueno del infierno que vivió Fusako, ella no fue abusada sexualmente
Pasó la mayor parte de su tiempo en cautiverio escuchando la radio, grabando carreras de caballos cuando se lo ordenaban y en su último año se le permitió ver televisión. Aunque la puerta nunca estuvo cerrada con llave, Fusako no salió durante nueve años, Fusako estaba asustada al principio, pero al final se rindió y aceptó su destino.
Más tarde le dijo a la policía:
«Estaba demasiado asustada para huir y finalmente perdí la energía para hacerlo. Durante todo este tiempo, la madre de Sato vivió abajo y no se comunicaba con la niña. Sin embargo, la policía cree que la madre debió ser consciente de la presencia de Fusako. por ejemplo, se alega que compró productos de higiene femenina para la víctima.
Cansada de soportar los arrebatos violentos de su hijo, la anciana madre de Sato se puso en contacto con varias agencias: primero en enero de 1996, luego llamó a un hospital psiquiátrico en diciembre de 1999 y en enero de 2000 pidió al Centro de Salud Pública que visitara su casa. Recién el 28 de enero de 2000 llegaron los enfermeros para atender al paciente.
Como era de esperar, el hombre reaccionó bruscamente ante los especialistas, no quiso dejarlos subir al segundo piso y comenzó a atacar al personal de la clínica. Los enfermeros lograron entrar a su habitación en el segundo piso, donde fueron recibidos por una chica delgada cubierta con una manta. La policía llegó rápidamente al lugar del descubrimiento de Fusako. Al acercarse a ellos, la joven, ahora adulta de 19 años, dijo: «Cerca de la escuela, un hombre me secuestró y me metió a la fuerza en un coche. […] Hace nueve años que no salgo de casa. Hoy salí por primera vez».
fue llevada inmediatamente al hospital para ser examinada. Los años aislada afectaron a Fusako, estaba extremadamente delgada y tenia incapacidad para caminar por falta de actividad.
Le diagnosticaron deshidratación e ictericia.
Afortunadamente, la salud física de Fusako se recuperó y, después de regresar a casa, comenzó a ayudar a su familia en el campo de arroz. Sin embargo, tuvo dificultades para adaptarse a la vida normal, por lo que tiene muy pocos amigos. Según los vecinos, le interesa la fotografía, es fanática del equipo de fútbol local e incluso obtuvo una licencia de conducir.
La familia de Sano se ha negado a comentar sobre su terrible experiencia.
Nobuyuki Sato fue hospitalizado inmediatamente el 28 de enero de 2000 y arrestado el 11 de febrero.
La defensa insistió en su locura, pero el examen demostró que el sospechoso podía ser consciente de sus acciones. ¿Por qué le hizo esto a una chica indefensa? Según sus palabras, sólo necesitaba un amigo, y lo encontró en la persona de su cautiva, por lo que trató de enseñarle lo que sabía.
Fue condenado a 14 años del máximo de 15 años. El secuestrador salió de prisión en abril de 2015 y, en 2017, Sato fue encontrado muerto, solo en un apartamento de la ciudad de Chiba. En ese momento tenía más de 50 años. Se sabe que ya no se comunicaba con su madre. © Donzela Io