La psicología define a la enclitofilia como una «atracción» que sienten las mujeres por los asesinos y muy especialmente por los asesinos o maltratadores de mujeres.
Ese sentimiento, que puede resultar incomprensible, se encuadra dentro de una patología que es analizada por los especialistas desde hace años.
-Hibristofilia:
La hibristofilia es una enfermedad mental caracterizada por la excitación extrema o atracción hacia una persona que normalmente ha cometido un crimen espantoso y violento ((aunque no tiene por qué llegar a ser un crimen de esta índole))
Este trastorno es más frecuente en mujeres que en hombres y se manifiesta ya sea en forma pasiva o agresiva.
Las mujeres que escriben cartas fanáticas a los condenados, fantasean acerca de ellos o están de acuerdo en casarse con ellos, están exhibiendo la forma pasiva de hibristofilia.
No serían propensas a cometer un delito, pero a menudo justifican los crímenes cometidos por el objeto de su atracción.
Las mujeres que presentan la forma agresiva de hibristofilia no se amilanan ante la comisión de un delito y se sienten atraídas por los actos de violencia.
Las personas que se excitan sexualmente o logran el orgasmo mediante este patrón de comportamiento sexual (en el que los delincuentes se llevan la palma) también se ven atraídos por personas que engañan, que son infieles o que son grandes mentirosos.
Han cometido crímenes atroces: son asesinos en serie, violadores, pederastas. La sociedad les teme y aborrece.
Sin embargo, cuando se analiza su estancia en prisión se constata que muchos son capaces de enamorar a mujeres y de casarse con ellas…Y que, en el caso de los asesinos, suelen lograr la admiración y la lealtad ciega de otros reclus
os.
Son psicópatas y pese a ello -o justamente por ello- fascinan y seducen.
En EEUU, a las mujeres fascinadas por estos individuos se las denomina «Serial Killer Groupies» es decir, fans de los asesinos en serie.
Algunos ejemplos:
*Charles Manson jefe de la secta que asesinó entre muchas otras personas a la actriz Sharon Tate en 1969, anunció su deseo de casarse con una joven admiradora de 25 años.
*Más reciente es el caso de uno de los dos autores de los atentados en la maratón de Boston..cientos de jóvenes piden su libertad en las redes sociales.
*O la camarera alemana Dagmar Polzin que se enamoró del condenado a muerte Bobby Lee Harris tras ver su cara en un anuncio de Benetton.
*En España, Manuel Rabadán, el asesino de la ballesta, que mató a su padre y es autor de varios sabotajes ferroviarios, se casó en el 2003 con la enfermera que le atendía en prisión.
*Años antes, Juan José Garfia, triple asesino y uno de los presos más peligrosos de España y una enfermera se enamoraron en la cárcel.
En 1998 se casaron y su relación fue llevada al cine en la película Horas de luz.
*Miguel Carcaño, el asesino confeso de Marta del Castillo, recibe en prisión decenas de cartas, regalos (e incluso dinero) de admiradoras.
*Y un condenado por los atentados del 11-M, Rafah Zouheir, se casó estando preso con una madrileña.
¿Cómo es posible enamorarse de un criminal?
El psiquiatra y forense Àngel Cuquerella señala que:
«La capacidad de seducción forma parte del perfil esencial de los psicópatas; a través de ese magnetismo, consiguen cosas». Cuquerella recuerda el caso de un violador preso en Catalunya que enamoró a una mujer. «Ese miedo, ese morbo que emana del atroz crimen, genera a su vez curiosidad y atracción».
Según la opinión de psicólogos forenses y expertos en psicópatas:
«Los psicópatas son seductores natos; no pueden vivir sin seducir. Seducen no por necesidad de afecto, sino para garantizarse vía libre a sus deseos..Tienen la capacidad de reconocer a los que son vulnerables: personas con una baja autoestima o que presentan carencias afectivas».
–VÍCTIMAS DE MALTRATO:
La estadounidense Sheila Isenberg, autora del libro «Women who love men who kill» (Mujeres que aman a hombres que matan), explica a este diario que en varias mujeres que se casaron con presos peligrosos ha encontrado un patrón común:
«Eran mujeres que de niñas habían sufrido algún tipo de maltrato o de abuso».
«Muchas veces son relaciones solo románticas, sin contacto sexual. Al estar ellos muy aislados ponen toda su atención en esas mujeres, que creían que nunca podrían encontrar a un hombre, y que se sienten así, por primera vez, únicas y especiales».
Un elemento clave es que ellos están en prisión y ellas fuera.
«Ellas sienten que tienen el control de un hombre, y es la primera vez en la vida que les ocurre», explica.
Según Isenberg, «hay mujeres que se acercan a estos asesinos solo por afán de notoriedad; cuanta más fama tiene el criminal, más fans consigue».
El psiquiatra y forense Luis Borrás incide en que normalmente esas mujeres tienen un pasado de maltrato «y algunas de ellas sienten esa necesidad de sufrir, se ha generado en ellas un elemento masoquista».
Este psiquiatra sostiene que hay otro grupo de mujeres que suele caer enamorada de criminales psicópatas:
«Son mujeres muy maternales, que quieren hacer más de madre que de esposa y que creen encontrar en esos presos personas a quienes proteger e intentar cambiar», explica.
Los especialistas describen esta pulsión como fantasía de rescate o el síndrome de la bella y la bestia mujeres a las que atrae la idea de acercarse a un hombre peligroso y redimirle.
Borrás argumenta cómo es posible que esas mujeres pierdan el miedo a esos hombres:
«Al principio, sí les temen, pero como ellos son tan simpáticos y fascinantes, resultan seducidas..Pasan de tenerles miedo a sentir pena y querer protegerles».
Hay casos extremos. Mujeres con hibristofilia, un trastorno que sufren personas que solo se excitan sexualmente con individuos que han cometido crímenes.
También hay una explicación antropológica, agrega Borrás: la identificación de rasgos violentos con rasgos viriles; la búsqueda del macho alfa. «Los machos compiten y el más agresivo se lleva a la hembra».
Tapias señala que esa atracción trasciende las relaciones amorosas.
Es habitual que esos individuos cuenten con nutridos grupos de fieles seguidores: «El psicópata intentará ganar el máximo de adeptos a su causa entre los más débiles. Elegirá siempre compañeros que no le hagan sombra. Así se garantiza el control». El interés del psicópata casa con la necesidad de personas débiles que se sienten «atraídas por el liderazgo y el carisma del psicópata».
-Baja autoestima:
Algunas mujeres se casan con hombres en prisión debido a problemas de autoestima de su pasado como he comentado anteriormente.
Las mujeres que han experimentado una serie de malas relaciones o abuso físico y sexual pueden ser más vulnerables emocionalmente a un hombre encantador en prisión que las llena de atención y desea su compañía.
Al ofrecer lo que es a menudo la única fuente de consuelo y apoyo para un prisionero masculino, una mujer puede encontrarse facultada y revitalizada en esta nueva relación. Además, el hecho de que su marido está en la cárcel puede dar a una mujer la seguridad de saber que no es engañada.
-Romance prohibido:
Algunas mujeres pueden verse atraídas hacia los presos varones a causa de la sensación de peligro que este tipo de relación representa. Para una mujer que quiere rebelarse contra las normas sociales, casarse con un hombre en la cárcel es el tipo de acto que va a sorprender a amigos, familiares y colegas.
Para una mujer que nunca ha hecho nada rebelde, el desarrollo de un romance prohibido con un «chico malo» podría servir como la clase de experiencia emocionante y dramática que ha estado ausente durante toda su vida.
-La creencia de que la persona es inocente:
Como una crónica en varios programas de televisión, algunas mujeres primero se involucran con hombres en la cárcel porque creen que esos hombres son inocentes. Durante la lucha por un nuevo juicio o intentando descubrir nuevas pruebas, algunas mujeres terminan enamorándose.
En otros casos, una mujer puede estar convencida de que un hombre encarcelado es culpable, pero que no tuvo un juicio justo, o que sus abogados eran incompetentes y le impidieron conseguir una sentencia menor.
También hay situaciones en las que los grupos religiosos envían a las mujeres a las cárceles para fomentar que los presos varones acepten a Dios y las mujeres se enamoran y se casan con hombres que han ayudado a transformar.