Gary Ridgway, uno de los asesinos en serie más prolíficos de Estados Unidos, fue arrestado en 2001 por cuatro asesinatos, aunque confesó haber matado al menos a 70 mujeres en el estado de Washington durante los años 80 y 90. Evitó la pena de muerte al proporcionar confesiones detalladas y dirigir a la policía a los sitios donde había dejado a sus víctimas. A cinco de ellas las había arrojado al río Green, lo que condujo a los medios de comunicación a apodarlo “The Green River Killer”, el Asesino del río Green. Fue declarado culpable de 49 asesinatos y sentenciado a cadena perpetua sin libertad condicional. Este atroz criminal es uno de los asesinos en serie más brutales de la historia de Estados Unidos. Estaba convencido de que matar mujeres jóvenes era su verdadera profesión.