Barbara Jane Mackle tenía 20 años de edad el día que su vida se convirtió en una pesadilla. La joven estudiante de la Universidad Emory, en Atlanta, Estados Unidos, era hija de Robert F. Mackle, un magnate socio de una de las compañías de construcción más importantes de los Estados Unidos. Durante aquel trágico evento que marcó a todo el país, Jane pasaría 83 horas sepultada bajo tierra. Al momento de su rescate presentaba una severa deshidratación y había perdido 10 kilogramos de peso.
Mientras la Navidad de 1968 se aproximaba, la pandemia de la gripe de Hong Kong afectaba a una buena parte de los estudiantes en la universidad, incluida la señorita Barbara Mackle. Jane Mackle, madre de Barbabra, decidió cuidar a su hija personalmente así que condujo desde la localidad de Coral Gables, en Florida, hasta Atlanta. Durante el viaje de regreso, ambas se disponían a pasar la noche en un pequeño hotel de Decatur, en Georgia.
El secuestro de Barbara Mackle en Decatur

Krist iba acompañado de Ruth Eisemann-Schier, otra joven de 26 años disfrazada de hombre. En total complicidad ambos hicieron que Jane perdiera el conocimiento suministrándole cloroformo, para después atarla y amordazarla. Posteriormente, amenazaron a Barbara con la pistola y la obligaron a subirse en un automóvil azul.
Gary Krist condujo hasta una zona aislada de la ciudad, a unos 30 kilómetros en dirección al bosque. Una vez allí, él y Ruth obligaron a Barbara a ingresar en una caja hecha de fibra de vidrio que habían colocado en un agujero en el suelo. Al interior de esta caja los secuestradores dejaron comida, agua mezclada con sedantes, un cobertor, un pequeño ventilador y una linterna. Antes de colocar la tapa a la caja y sepultar a la joven viva, Krist puso una nota sobre Barbara y tomó una fotografía. En la nota podía leerse «kidnapped» (secuestrada).
“83 horas hasta el amanecer”.
Varios años después, Barbara recordaría la terrible experiencia de ser enterrada con vida: «Gritaba. El sonido de la tierra se fue haciendo cada vez más distante. Finalmente, no pude escuchar nada más. Grité durante mucho tiempo después de eso», escribió en un libro publicado en 1971 titulado 83 Hours Till Dawn (83 horas hasta el amanecer).

Dos días después, los secuestradores volvieron a llamar para acordar el lugar donde Robert debía depositar el dinero. El señor Mackle siguió las instrucciones al pie de la letra. Sin embargo, todo este revuelo en la zona terminó llamando la atención de un habitante de lugar, quien dio aviso a la policía. Tras observar a los secuestradores huyendo con la maleta y el dinero, los agentes entraron en acción.
Cerca de allí localizaron un automóvil Volvo azul. Al interior estaba la fotografía de Barbara Mackle, llevaba puesta la misma ropa con la que se le vio por última vez y la nota con la palabra «secuestrada».

Entre los clasificados que publicó el periódico a la mañana siguiente podían leerse unas inocentes palabras: «Querida, por favor, regresa a casa. Pagaremos cualquier costo y te encontraremos en cualquier lugar, a cualquier hora».
Dos días después, los secuestradores volvieron a llamar para acordar el lugar donde Robert debía depositar el dinero.
El señor Mackle siguió las instrucciones al pie de la letra. Sin embargo, todo este revuelo en la zona terminó llamando la atención de un habitante de lugar, quien dio aviso a la policía. Tras observar a los secuestradores huyendo con la maleta y el dinero, los agentes entraron en acción.
Cerca de allí localizaron un automóvil Volvo azul. Al interior estaba la fotografía de Barbara Mackle, llevaba puesta la misma ropa con la que se le vio por última vez y la nota con la palabra «secuestrada».
El rescate de Barbara Mackle
Por otro lado, Robert Mackle estaba desesperado por localizar a Bárbara, así que emitió una declaración pública dirigida a los secuestradores. Les garantizó que había cumplido con su parte del trato y no había dado aviso a la policía. En respuesta, Krist volvió a llamar a los Mackle para revelar la ubicación aproximada de Barbara.
Una cuadrilla compuesta por al menos un centenar de agentes del FBI se puso en marcha para localizar a la joven. Buscaron pistas y llamaron a Barbara durante horas, hasta que un agente escuchó unos tenues golpes provenientes del suelo. De inmediato, todos empezaron a cavar con sus propias manos. 15 minutos después Barbara Mackle salía de su prisión subterránea deshidratada, con diez kilogramos menos de peso, pero viva.
Los secuestradores van a prisión

Experiencia aterradora
En el libro 83 Hours ‘Til Dawn, Barbara ofrece detalles sobre la forma en que logró sobrevivir esos tres días bajo tierra. Dice que mantuvo la cordura gracias a los pensamientos positivos, los buenos recuerdos y la firme idea de que pasaría Navidad con su familia.
Sin embargo, también relata momentos sombríos durante su cautiverio. «Tres o cuatro veces, pensé: ‘este será mi ataúd’. Pensaba en la persona que me encontraría. ¿Quién, cuándo y cómo? Quizá un granjero o alguien que estuviera construyendo algo. Tal vez en diez o veinte años».