El 16 de Junio, hace exactamente 60 años, Alfred Hitchcock estrenaba una de las películas más clásicas y transgresoras de la historia del cine: Psicosis. Un largometraje que algunos hemos visto varias veces, otros quizás ninguna, y sin embargo, todos podemos estar de acuerdo en una cosa: cuenta con la escena más icónica del cine. El asesinato de Marion Crane (Janet Leigh) en la ducha.
Así de clásica e icónica es esta secuencia, tan minuciosa como voyerista (muy Hitchcock), que ha quedado grabada en la memoria de la comunidad cinéfila del mundo desde hace seis décadas (¡qué viejos estamos!). Con semejante legado a sus espaldas, evidentemente la sobreviven un sinfín de anécdotas de lo más interesantes y que seguramente más de uno desconoce.
Considerada por muchos -servidora incluida- como la mejor pieza cinematográfica del thriller psicológico, esta adaptación de la novela de Robert Bloch, llegó al primer cine -el DeMille Theatre en Nueva York- un 16 de junio de 1960 rodeada de un secretismo absoluto y acompañada de un tráiler promocional que no desvelaba absolutamente nada. Una táctica ideada e impuesta por el propio Hitchcock que pretendía convertir el misterio en su mejor herramienta de marketing. Y funcionó, convirtiéndose en la segunda película más taquillera de 1960 por detrás de Espartaco. Su legado es indiscutible y la escena de la ducha es de las más reconocibles de la historia del cine. Solo hay que oír el sonido de los chirriantes violines, ver a Marion Crane bajo la ducha, o a la silueta del atacante con cuchillo en mano que ya la reconocemos de forma instantánea. Son tomas sueltas y rápidas, pero las reconocemos todas.
Asesinar al personaje de Janet Leigh al final del primer acto de la película fue una de las características más transgresoras de la época. Lo de eliminar personajes aparentemente protagonistas tan pronto -interpretada en este caso por una de las mayores estrellas del momento- era inconcebible por entonces. Ese impacto y la magistral puesta en escena, en conjunto con los inolvidables sonidos de los violines y chelos de Bernard Herrmann (aunque en un principio Hitchcock quería que la secuencia no tuviera música pero el compositor lo convenció haciendo que Hitch le ofreciera casi el doble del sueldo al ver lo acertado que estaba) y un montaje que nos ataca la vista tanto como el cuchillo sobre el cuerpo de Marion, hicieron que la escena se convirtiera en una pieza fundamental de la cultura pop.
Consciente que tenía entre manos una secuencia que podría hacer historia, Hitchcock se dedicó por completo a ella. Muchos no lo saben pero el director solo quería hacer Psicosis específicamente para rodar esta escena. Solo esta escena. Es una de las muchas anécdotas que podemos aprender del documental de Alexandre O. Philippe, 78/52 del año 2017, que durante 90 minutos examina única y exclusivamente la escena más famosa del cine. En España lo puedes ver en Prime Video.
Pero ¿sabías que hicieron falta 52 tomas para tener la secuencia perfecta? ¿O que tardaron una semana completa en filmarla?
Hitchcock era un actor motivado por las obsesiones. Sus películas se convertían en su obsesión, sus actrices, sus ideas… era el maestro del suspense y eso tenía un precio. Y esta secuencia fue una de ellas.
UNA ESCENA QUE JANET LEIGH POSPUSO VARIAS VECES
Hitchcock le dedicó un tercio del tiempo de rodaje solo a esta secuencia, pero tuvo que esperar para ver su imaginación plasmada en el celuloide. Recién pudo rodarla después de que Janet Leigh la pospusiera en dos ocasiones. La primera porque dijo tener un resfrío y la segunda porque estaba con la regla.
LA PUÑALADA PERFECTA CON UN MELÓN
Para conseguir el sonido del cuchillo penetrando la carne de Marion, el director y su equipo de sonido recurrieron a un melón en particular. Probaron con todos los tipos de melones habidos y por haber, grabando el sonido que salía de cada uno al apuñalarlos. Y así encontraron el sonido perfecto: un melón verde, porque sonaba más denso y menos hueco.
Mientras tanto, utilizaron sirope de chocolate mezclado con agua para imitar la sangre que salía del cuerpo de Janet al parecer más realista en blanco y negro.
LA TOMA DEL IRIS DE JANET
Aquellos que vieron la película recordarán que la cámara se disuelve en el iris del ojo de Janet Leigh, girando sobre él en sus últimos segundos con vida, recurriendo a una toma óptica de un único cuadro. Luego, la cámara retrocede, volviendo al metraje normal de 24 cuadros y el ojo tiembla ligeramente representando el último parpadeo con vida del personaje.
Para conseguirlo, el director hizo que la actriz lo repitiera 26 veces y después de montar la película, destruyó todas las tomas del ojo que no fueron utilizadas.
EL ERROR DE JANET LEIGH A ULTIMO MOMENTO
Quizás más de uno se habrá preguntado por la toma inesperada de la alcachofa de la ducha que aparece de repente en medio de la muerte del personaje. Pues también tiene una explicación.
Si bien es extremadamente efectiva al recurrir al sonido del agua como impacto final, resulta que la actriz dio un respiro cuando pretendía estar muerta bajo el agua en la única toma que podían usar. Alma Reville, la esposa y montajista habitual de las películas de Hitchcock, se dio cuenta del error después del rodaje y como no podían volver a filmarla; añadieron la imagen de la ducha directamente.
LA DOBLE DE JANET ERA UNA CONEJITA PLAYBOY
Existen versiones diferentes sobre si Janet Leigh tuvo doble o no en escenas de la ducha. Ella aseguró varias veces que no, que solo utilizaron una doble para la escena en que Norman Bates (Anthony Perkins) lleva su cuerpo hasta el coche; pero hay quienes dicen que sí.
Su doble fue Marli Renfro, que por entonces tenía 21 años y había aparecido en la portada de la revista Playboy. La joven tuvo que desnudarse delante del director y la actriz protagonista para demostrar si era la doble perfecta y tan solo estuvo presente en el set durante los siete días que tardaron en filmar la secuencia. Según el documental mencionado, la mano que vemos intentando sostenerse de la cortina es la de ella.
EL TRUCO DE HITCHCOCK PARA ENGAÑAR A LOS CENSORES
Por aquel entonces todavía seguía activo el código de conducta o Código Hays en Hollywood. Si bien ya comenzaba a ser más flexible ante la competencia impuesta por el “atrevido” cine europeo y por el avance de la televisión, Hitchcock sabía que los censores no iban a ponérselo fácil. Tuvo problemas en un principio con la primera secuencia de Marion en la cama con su amante, dado que por entonces estaba prohibido mostrar “promiscuidad” entre una pareja, así como las tácticas utilizadas para cubrir lo máximo posible la desnudez en la ducha a través de los cortes rápidos. Pero el más polémico iba a ser mostrar una puñalada, y Hitch se las ingenió para salirse con la suya.
Si vemos rápido la secuencia, sin prestar mucha atención, es probable que no nos demos cuenta, pero escondida entre medias aparece una toma mostrando el cuchillo penetrar la carne de Marion. Aunque no lo hace.
Si bien vemos sangre salir de la punta, lo que hizo el director fue filmar la toma en reversa. Es decir, pusieron un poco de sangre falsa en la punta del cuchillo y luego lo colocaron encima del abdomen de la actriz y lo filmaron al revés. Esa es la toma. Sin más. Sin efectos visuales ni heridas. El cuerpo se mantiene inmaculado y así Hitch logró convencer a los censores que no había nada censurable dado que por entonces no tenían manera de pausar una película. Cada momento de esta escena estaba cortado tan rápido que, sin poder tocar el botón de pausa, es imposible saber si la desnudez que creían haber visto, la sangre o la violencia estaban realmente ahí o era una ilusión óptica. Prueben con la escena que les incluyo más arriba. Si no dan pausa “parece” que se ven los pechos de Janet, “parece” que se ve el cuchillo penetrar el cuerpo… Pero no. Todo pasa tan rápido que nuestra percepción es más rápida que la vista. Y eso hace que esta escena sea tan cautivante para la historia del cine.
FUE LA PRIMERA ESCENA EN MOSTRAR UN INODORO
Por aquel entonces, mostrar un inodoro en la gran pantalla estaba considerado tabú, hasta el punto que ninguna escena hasta 1960 fue tan especifica como en la escena de la ducha (si los censores de la época hubieran visto la secuencia de apertura de Shame con Michael Fassbender orinando en el primer plano ¡les habría dado un patatús!). Antes de que Marion viviera su destino final, el personaje arroja las pruebas de su delito en el inodoro antes de entrar a la ducha, como arrojando sus pecados por el retrete y luego entra en la bañera para lavarlos definitivamente.
El guionista de Hitchcock, Joseph Stefano, propuso romper con el tabú y mostrar el inodoro como parte inicial de la secuencia. Nadie lo había hecho hasta entonces con una toma en donde el retrete aparece en un primer plano. Y así, también, hicieron historia.
UN SET CONSTRUIDO PARA LA OCASIÓN
El escenario se construyó de manera que todas las paredes fueran movibles, permitiendo que las cámaras pudieran captar el momento desde todos los ángulos posibles y, sumando así, un total de 78 ángulos diferentes del mismo escenario con 52 tomas en total.
En resumen, la secuencia de la ducha se rodó en primeros planos extremos utilizando ediciones rápidas. De este modo, la desnudez y la violencia de la secuencia es implícita. Es decir, se percibe. Se vive. Se siente. Pero no la vemos nunca.
En resumen, 60 años después todavía pervive como una escena que conserva la misma fascinación voyerista, y la misma repulsión que provoca esa observación acechante en un momento tan íntimo como la ducha. Eso mismo hizo que Janet Leigh no pudiera ducharse durante un largo tiempo, trabando puertas y ventanas y dejando la mampara de la ducha abierta, al descubrir la vulnerabilidad que se experimenta en esos momentos de soledad bajo el agua.
Una escena de casi 3 minutos, pero con 45 segundos centrales que conmocionaron al mundo hace 60 años y que aún hoy en día perdura como la más icónica de la historia del cine. Y tras leer este artículo, me atrevería a sugerir que más de uno ya no volverá a ver a Psicosis y su famosa escena de la misma manera. Fuente: Yahoo