La atracción sexual de hombres a mujeres o viceversa, no es la única tendencia que existe entre los seres humanos.
Hay quienes sienten excitación hacia determinadas situaciones o incluso objetos inanimados, lo que ha dado pie a las llamadas parafilias.
Son estos deseos sexuales lo que preceden a los fetiches, los cuales no son más que meras fantasías o aumento del libido a circunstancias únicas. La palabra fetiche viene de «feitiço» que en portugués significa «magia» o «hechizo» o de «feito» que significa amuleto.
Sin embargo, estos se caracterizan por su dificultad e imposibilidad de llevarlos a cabo.
Algunos de estos fetiches se relacionan al mantener un contacto sexual con fantasmas o robots.
La sexualidad humana es compleja y, desde luego, muy variada. La atracción sexual depende de una multitud de factores bioquímicos y psicológicos, que distan mucho de unas personas a otras.
En concreto, la sexualidad humana depende diversos factores, como la biología, la personalidad individual, la identidad sexual, o las interacciones en la infancia, los afectos y circunstancias vitales.
Trata de limitar la sexualidad humana a la mera biología no es suficiente para comprenderla y explicarla, y se necesita un marco más amplio.
Según la R4 de Psicología en el Hospital Infanta Sofía de Badajoz, Cristina Sánchez, “en los seres humanos no está tan clara la influencia biológica”. De hecho, la comunicación y el aprendizaje social temprano tienen una importancia dominante en la determinación de la conducta sexual.
Además, la regulación inadecuada de hormonas sexuales reduce o aumenta la intensidad del deseo sexual; pero si los niveles son adecuados, las fluctuaciones del deseo sexual dependen mucho más de estímulos psicosociales.
«La sexualidad va más allá del sexo físico (placer + reproducción). Incluiría la capacidad de experimentar amor hacia determinados objetos, el establecimiento de intimidad, empatía, confidencia con el objeto, refuerzo de la propia identidad personal, refuerzo positivo y catalizador-afectivo», detalla la psicóloga.
Dada su variabilidad, lo que define una sexualidad sana, en ocasiones, resulta complicado de establecer. No obstante, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) nos da algunas pistas para determinar qué es un comportamiento sexual considerado saludable y, por el contrario, qué se considera patológico.