El gaining, una de las tendencias sexuales más desconocidas, tiene un elemento empoderador sobre los cambios en nuestro cuerpo, pero también puede generar el efecto contrario.
Hasta hace muy poco no sabíamos lo que era el gaining. Y la verdad es que tiene todo el sentido del mundo. Todo aquello que conocemos como “fetiche” sexual (un término que, de ahora en adelante, no utilizaremos) se concibe así porque se encuentra en los márgenes de la erótica y del deseo, fuera de todo lo que está socialmente aceptado.
El gaining tiene algo de empoderador, ya que implica tomar las riendas de los cambios de nuestro cuerpo y enorgullecernos de ellos, así como cierta reivindicación de la belleza diversa. Pero también de control externo. En el gaining existen los gainers, aquellos que modifican su aspecto físico, y los encouragers, algo así como unos mecenas, a quienes les excita ser parte y testigo de esa transformación del otro, y que incluso la financian económicamente.
¿Con qué parte del gaining nos quedamos? ¿Con la de la superación personal o con la de la influencia de los demás? ¿Cuáles son las razones saludables que deben motivarnos para modificar nuestro cuerpo? ¿Cómo influye en nuestra autoestima ese juego de adoración y mecenazgo? Charlamos sobre todo ello con dos expertas: Paula del Villar, psicóloga especializada en salud y deporte, y Elena Requena, sexóloga y asesora de parejas.
El gaining y la práctica deportiva
Uno de los primeros aspectos que destacan en el testimonio de Ben Weil es el deporte como recurso para trabajar la autoestima y la salud mental, algo que muchos hemos empezado a practicar en el año del confinamiento y la crisis sanitaria. “La actividad física se ha convertido en un gran aliado de la terapia psicológica, para la mejora del bienestar y la calidad de vida de los pacientes. Instaurar este hábito enfocado desde la práctica deportiva como una pauta de autocuidado es una herramienta muy útil para la autoestima y la percepción de uno mismo”, expone Paula.
“Además, activa las áreas cerebrales implicadas con el placer, que a su vez generan un gran número de neurotransmisores y nos hace sentirnos satisfechos, percibiendo una sensación de bienestar, que asociamos a la gratificación obtenida. Esto hace que la actividad se vuelva reforzante y queramos repetirla. No obstante, es importante que el abordaje de problemáticas asociadas a la alimentación o la autoestima sean integrales, donde el psicólogo trabaje de mano de un nutricionista y un preparar físico para evitar caer en conductas poco saludables”.
A Paula también le preguntamos por el gaining como tendencia sexual. “Aquí lo importante no es la actividad que se realiza, sino por qué la realizamos. En ocasiones, estas prácticas pueden suponer un problema si se utilizan como herramienta de control, cuando afecta a áreas de la vida personal, laboral o social, o si los sentimientos o pensamientos asociados a estas conductas generan malestar si se deja de hacerlas».
“Es por ello que si se usa como hobby, desde el punto de vista lúdico, puede ser un recurso interesante para la mejora del bienestar psicológico. Pero estas prácticas suelen asociar la sensación de logro a los objetivos conseguidos, en las que se ven reforzadas o se sienten bien si consiguen obtener un físico determinado. No conseguirlo puede generar insatisfacción o frustración”, añade Paula del Villar.
El sexo también es salud mental
Cuando hablamos de salud mental, el sexo es una parte imprescindible, aunque Elena Requena cuestiona el término con el que nos acercamos al gaining. “En primer lugar, el concepto de fetiche me parece algo desfasado y patologizador, cuando en realidad de lo que hablamos es de peculiaridades eróticas o del deseo, que son únicas y prácticamente infinitas. Algunas son más conocidas o populares y otras menos. Creo que hay una parte inspiradora que implica el deseo o la atracción por los cuerpos diversos, cosa que siempre ha estado ahí, aunque nos cueste creerlo”.
Recordemos que el gaining no siempre implica la práctica de deporte o el culto al físico aceptado socialmente; en ocasiones, conlleva ganar peso en forma de grasa. “La sociedad nos dicta qué debemos desear y qué no. Afortunadamente el ser humano deja volar su deseo y lo deposita donde le place. Y parece que cuando este deseo se sale de la normal y deseamos cuerpos que nos han dicho que no podemos desear, se convierte en algo exótico. Este juego puede ser un ejemplo de eso”.
Tampoco olvidemos que el gaining tiene un factor social, lo que comentábamos de gainers y encouragers. ¿Cómo influye eso en la motivación para cambiar nuestro cuerpo? “El problema viene cuando la salud se ve afectada por esta práctica, tanto a nivel físico como psicológico. No verse como ellos esperan puede generar mucha insatisfacción, e incluso el uso de esta práctica puede esconder otros problemas a los que no quieren enfrentarse. Además, la validación de su aspecto está asociada a la validación de los demás”, reflexiona Paula.
“Conseguir ciertos cánones, en ocasiones, puede ir en contra de alcanzar una salud física y mental. En cualquier caso, desde el punto de vista de la salud, lo importante es conocer la composición corporal de cada persona, es decir, el porcentaje de grasa, de músculo, de tejido óseo y de agua. Medir la composición corporal y utilizarla como medida objetiva ayuda a fijar unos objetivos alcanzables, asociados al bienestar”.
Cánones de belleza y cuerpos no normativos
Como anota Paula, los cánones de belleza, los cuerpos normativos, influyen en la forma en que nos vemos más o menos deseables. “Se trata de un problema a nivel social. Juzgamos a los demás por su aspecto o imagen, y a su vez nos presionamos a nosotros mismos por seguir un estándar. Es habitual utilizar esta práctica como herramienta para mejorar la autoestima o la aceptación social, pero mal gestionado puede desencadenar problemas psicológicos al no conseguir el canon de belleza al que aspiran, limitando otras áreas de su vida”.
Por eso tal vez la parte realmente revolucionaria del gaining es la del aumento de peso en forma de grasa. “En este caso entran en juego las decisiones individuales de cada persona. Creo que tendemos a infligir un juicio siempre que la conducta implique el cuerpo, porque desde fuera nos dicen qué está bien y qué no. La salud no es solo físico, también es emocional, social, y un montón de factores más. Se puede estar gordo y delgado, y estar sano. Al final, todos podemos llegar a ser fetiches de nuestras parejas. Algunas personas lo encontrarán motivador, y no pasa nada”.
Con estas palabras, Elena Requena da en una diana importante, la de la condescendencia hacia la salud de las personas con sobrepeso, que sirve como censura de los cuerpos diversos. Desde el punto de vista psicológico, Paula coincide en que “caemos en el error de hacer interferencias y juicios basados en lo que podemos observar. Los seres humanos tenemos la tendencia de catalogar las cosas para sentirnos más seguros y que tenemos el control de la situación, y eso nos lleva a poner etiquetas”.
“En este sentido, tenemos asociado que estar delgado es estar sano y estar obeso es estar insano. Puede que exista correlación, pero no causalidad. El problema viene cuando nos movemos en los extremos y nuestra salud se ve afectada”. Y concluye: “Es por ello que debemos invitar a la reflexión propia de cada uno de nosotros, y generar un cambio que mantenga el equilibrio entre el aspecto físico que deseamos y el mantenimiento óptimo de la salud”. Fuente GQ.