Yoshihiro Hattori era un estudiante japonés de intercambio de 16 años que pasaba un curso en Baton Rouge, Luisiana (EE. UU.). La noche de Halloween de 1992, Hattori se dirigió a una fiesta disfrazado de John Travolta en Fiebre del sábado noche. Pero, poco familiarizado con el vecindario, llamó a una casa que no era la correcta. En realidad la fiesta se celebraba a seis casas de allí, en la misma calle. Como no le abrían, volvió al coche, momento en el que de la casa salió el dueño, Rodney Peairs. “Hemos venido por la fiesta”, dijo Hattori, acercándose a él. “¡Quieto!”, le gritó Peairs. Pero probablemente el joven no le entendió bien debido a su limitado conocimiento del inglés. Hattori llevaba una cámara que Peairs confundió con un arma, así que le descerrajó un tiro a quemarropa. Dijo que el aspecto del joven daba miedo. El episodio tuvo gran repercusión en Japón, donde sirvió para reflexionar sobre el choque cultural con una sociedad, la americana, donde la prevalencia de las armas es absoluta y la idea de defender la propiedad privada llega hasta el extremo. © El País.