Como no había dentistas americanos durante la época colonial, para quitarse un dolor de muelas había que visitar a un adulto experto, como el herrero, el barbero, el boticario o el cirujano.
La única herramienta que utilizaban estos individuos para extraer los dientes consistía en remedios naturales como el alcohol, los higos y el opio para adormecer el diente dolorido o extraerlo. Obviamente, estos procedimientos eran peligrosos y a menudo provocaban que los dientes se infectaran durante varios meses, incluso años.