Cunanan nació en National City (California) y fue el menor de cuatro hermanos en una familia conservadora y religiosa. Cuando su padre se jubiló del Ejército, empezó a trabajar como corredor de bolsa, pero acabó huyendo a Filipinas, su país de origen, después de ser acusado de malversar fondos. Su madre, por su lado, fue quien inculcó a Andrew la lectura de la Biblia.
Desde pequeño destacó por encima de los demás. Desarrolló una gran habilidad intelectual, pero al final fueron sus impulsos más siniestros los que marcaron el rumbo de su vida.
Se formó en una escuela privada y fue en ese capítulo de su vida cuando dejó de lado la realidad y empezó a dar forma a una vida imaginaria. El joven estaba obsesionado con la clase alta y su status social. Empezó a decir que era hijo de un millonario israelí e incluso de un aristócrata que vivía en la Quinta Avenida de Nueva York. No tuvo la vida soñada, pero eso no le frenó en sus oscuras ambiciones. Su vida dió un giro radical cuando su familia se enteró de que era gay y decidió mudarse a San Francisco.
Para sufragar sus caros caprichos empezó a vender su cuerpo y a traficar con drogas. Se empezó a acercar a hombres adinerados que le pagaban su estilo de vida y que además le permitían acceder a otros círculos sociales. «Era un prostituto homosexual de clase alta», llegó a decir su madre, Mary Ann Cunanan. Fue en 1996, tras el final de su relación con Norman Blachford (editor del programa ‘America´s Most Wanted’), cuando el genio se transformó en un verdadero perturbado. La desesperación le hizo perder la cabeza. Sufría delirios de grandeza.
El 27 de abril de 1997 se cobró su primera víctima. Mató a Jeff Trail, exoficial de la Marina y antiguo cliente suyo. Tras una fuerte discusión, le golpeó hasta matarlo con un martillo y tras envolverlo en una alfombra, escondió el cuerpo en el apartamento de David Madson, un prometedor arquitecto que acabó convirtiéndose en su próxima víctima.
El joven se encaprichó con el arquitecto, pero este no quiso saber nada de Cunanan. Días más tarde, el 3 de mayo, el cadáver de Madson apareció en el lago Rush (Minnesota) con varias heridas de bala. La investigación policial acabó por conectar ambos asesinatos, después de que descubrieran el cuerpo de Jeff Trail en el desván del apartamento del arquitecto.
Pero las muertes siguieron. El 4 de mayo, tan sólo un día después de matar a Madson, Cunanan acabó en Chicago con la vida de Lee Miglin, un promotor inmobiliario de 72 años. La policía encontró su cuerpo torturado, con hasta 20 puñaladas realizadas con un destornillador. El cuerpo de Miglin estaba envuelto en cinta adhesiva, lo que llevó a los investigadores a pensar en un juego de bondage. Fue entonces cuando incluyeron a Andrew Cunanan en la lista de los 10 fugitivos más peligrosos de Estados Unidos.
Su foto y descripción empezaron a difundirse a través de periódicos y los informativos de televisión.
El 9 de mayo Cunanan se cobró su cuarta víctima: William Reese, de 45 años. Según la investigación, su muerte fue casual. Cunanan le pegó un tiro en la cabeza para robarle su camioneta roja. Reese era vigilante del cementerio nacional de Finn’s Point, en Pennsville (Nueva Jersey). Tras esta muerte, Cunanan viajó hasta Miami Beach (Florida) y fue capaz de llevar una vida normal durante dos meses.
Segun recoge »Vulgar Favors», el libro en el que se basa la serie de Ryan Murphy, Gianni Versace y Andrew se conocieron en una fiesta en Lago di Como y tiempo después se reencontraron en un club nocturno de San Francisco, en 1990. Desde entonces, el joven se obsesionó con el famoso diseñador, pero no fue hasta el 15 de julio de 1997 que llevó a cabo su crimen más mediático. Ese día asesinó de dos disparos a Versace en la puerta de su mansión.
Cunanan quería ser rico, famoso y querido a toda costa, pero acabó convertido en un verdadero psicópata. Como no logró su objetivo, decidió acabar con la vida del diseñador italiano, que representaba todo lo que él quería ser. Cunanan pasó a la historia como «el asesino de Gianni Versace».
Ocho días después, el 23 de julio, se suicidó con la misma arma con la que había matado a Madsen, Reese y el propio Versace. El cuidador del muelle de Collins Avenue escuchó un disparo, llamó a la policía y cuando llegaron los agentes encontraron el cuerpo de Cunanan sin vida. El joven se había disparado en la boca. No dejó ni nota de suicidio ni mostró arrepentimiento alguno.