Por Pedro J. García © Yahoo. Casi todo el mundo relaciona el Titanic con la película de 1997 dirigida por James Cameron. Este año se cumplen 25 años de aquel arrollador fenómeno cinematográfico que marcó a toda una generación, arrasó en los Oscar y convirtió en superestrellas a sus protagonistas, y todavía seguimos hablando de ella. Sin embargo, antes de Titanic hubo otras películas sobre la tragedia. Mucho antes.
De hecho, la primera película sobre el Titanic se estrenó tan solo 29 días después de lo ocurrido en el Atlántico aquella fatídica noche de 1912 y fue protagonizada por una de las mismísmas supervivientes del hundimiento, Dorothy Gibson, que se puso ante las cámaras para revivir su experiencia 85 años de que Kate Winslet se subiera a bordo del famoso transatlántico. Una protagonista insólita, no solo porque acababa de vivir la experiencia real en primera persona, sino porque el Titanic solo fue un episodio más en su impactante biografía.
Dorothy Gibson (de verdadero nombre Dorothy Winifred Brown) nació en Nueva Jersey en 1889. Su padre falleció cuando ella solo tenía tres años y creció con su madre en Nueva York. En 1910, con 21 años, empezó a ganarse la vida como cantante y bailarina en producciones teatrales y de vodevil, hasta que empezó a triunfar como modelo. Rápidamente, Gibson se convirtió en uno de los rostros más representativos de la primera década del siglo pasado, gracias al destacado ilustrador Harrison Fisher, que la convirtió en su musa. Su imagen apareció en carteles, tarjetas y anuncios publicitarios, además de ocupar las portadas de publicaciones de gran tirada como The Saturday Evening Post o Cosmopolitan.
Su éxito como modelo llamó pronto la atención de los estudios de cine. Su carrera interpretativa se inició en 1911 trabajando como extra para Independent Moving Pictures (IMP), tras lo cual fichó por Lubin Manufacturing Company. Pero su gran oportunidad llegó en 1911 al firmar un contrato con la Éclair Company en Nueva York, donde protagonizó unas 16 producciones en el transcurso de dos años. Así es como Gibson pasó a ser la actriz mejor pagada del momento junto a Mary Pickford, una de las mayores leyendas del cine mudo. Su carrera iba viento en popa y parecía destinada a una larga y fructífera trayectoria, pero el destino le guardaba más de un giro inesperado.
En 1912, Gibson subió con su madre a bordo del RMS Titanic en Cherburgo, para regresar a Nueva York después de unas vacaciones europeas. La actriz y su madre fueron de las afortunadas que lograron escapar al hundimiento y volver a tierra firme sanas y salvas. Según su testimonio, Gibson estaba paseando por la cubierta después de una velada jugando a las cartas cuando el trasatlántico chocó contra el iceberg que selló su destino. Ante la situación, tomó una decisión rápida: no regresar a su camarote e ir directamente hacia un bote salvavidas.
De hecho, fue una de las primeras personas que escapó del Titanic, subiendo al primer bote que partió del trasatlántico y que, trágicamente como se conoce, solo llevaba 19 personas, a pesar de tener cabida para 65. Ella fue una de las grandes privilegiadas, una mujer de clase alta, estrella de cine y reconocida modelo de revista, que además tuvo la suerte de estar cerca de los botes salvavidas cuando el barco empezó a hundirse. En declaraciones posteriores, Gibson dijo que nunca olvidaría los gritos de terror de los pasajeros cayendo al mar o buscando a sus seres queridos.
Gibson fue rescatada por el RMS Carpathia, buque transatlántico que cambió su rumbo para atender a la llamada de socorro del Titanic y consiguió rescatar a más de 700 pasajeros. El Carpathia llegó el 18 de abril a Nueva York con los supervivientes. La madre de Gibson también logró escapar a la tragedia y ambas pudieron regresar a sus vida, pero la experiencia que acababan de vivir las marcaría para siempre.
A su regreso a Nueva York, los productores de cine no tardaron en aprovechar la ocasión y sugirieron a Gibson hacer una película sobre su experiencia en el hundimiento. Persuadida por su manager, Gibson aceptó la propuesta y empezó el rodaje apenas una semana después de volver del Titanic. La película se titulaba Saved from the Titanic (Salvada del Titanic) y su duración era de aproximadamente 10 minutos -el metraje estándar en aquella época, ya que los cines solo proyectaban películas de una sola bobina-. Su estreno tuvo lugar a tan solo 29 días de que el Titanic se hundiera.
Gibson coescribió el guion, que consistía en una narración de la superviviente a sus padres, a los que relataba lo ocurrido. La película combinaba escenas de la actriz, filmadas entre un estudio de Nueva Jersey y un barco atracado en el puerto de Nueva York, con material procedente de los noticiarios e imágenes de icebergs. Para aumentar el realismo, Gibson llevó en la película exactamente la misma ropa que llevaba a bordo del buque en la noche del hundimiento. Aunque fue criticada por su carácter sensacionalista y explotador, Saved from the Titanic fue un éxito mundial. Sin embargo, el film no sobrevivió al tiempo, ya que las únicas copias conocidas fueron destruidas en un incendio en el estudio en 1914. Para los historiadores y amantes del Séptimo Arte, sin duda una de las pérdidas más importantes del cine mudo.
Tras el éxito de Saved from the Titanic, Gibson parecía destinada a tener una carrera fulgurante como actriz, pero sorprendentemente, ese mismo año dejó el cine para dedicarse a la ópera, llegando a actuar en el Metropolitan Opera House. Sin embargo, un sonado escándalo también acortó su carrera en la canción y truncó sus planes de futuro. En 1915, Jules Brulatour, jefe de distribución de Eastman Kodak, cofundador de Universal Pictures y uno de los productores de Éclair, se vio involucrado en un accidente de coche en Nueva York que acabó con la vida de un peatón. Poco después, se descubrió que en realidad era Gibson la que conducía el automóvil y el productor la estaba encubriendo.
Pero eso no es todo. A raíz de la investigación, salió a la luz que la actriz llevaba años manteniendo una aventura amorosa con el productor, que estaba casado. Brulatour se divorció de su esposa (de la que ya estaba separada cuando inició su relación con la actriz) y se casó con Gibson ante la presión social, pero su matrimonio duró solo dos años y también acabó en divorcio. Condenada al ostracismo por el escándalo, Gibson continuó viviendo alejada de los focos y finalmente decidió mudarse con su madre a Europa en 1927, viviendo por temporadas en Italia y Francia, tras lo cual fijaron su residencia en París. Pero entonces estalló la Segunda Guerra Mundial.
Lo que ocurrió durante aquellos años es objeto de rumores y teorías. Se dijo que, inicialmente, Gibson era simpatizante del nazismo y también que fue agente de inteligencia, aunque la información que ha llegado a nuestros días al respecto es poco fiable y contradictoria. En 1944, Gibson se negó a participar en el régimen nazi y fue arrestada como agitadora antifascista. La exactriz fue encarcelada en una prisión de Milán, de donde consiguió escapar junto a otros dos prisioneros, un periodista y un general, ambos italianos. El arzobispo de Milán, Alfredo Ildefonso Schuster, fue una figura clave en su rescate. El segundo de su vida.
Así es como Dorothy Gibson no sobrevivió a una, sino a dos catástrofes históricas que marcaron el rumbo de la primera mitad del siglo XX. En sus últimos años de vida, Dorothy mantuvo una relación con el español Emilio Antonio Ramos, agregado de prensa de la Embajada de España en París, y no se separó de su madre, con la que había vivido tanto. Gibson falleció en 1946 a los 56 años, a causa de un ataque al corazón, y fue enterrada en París. Su madre la sobrevivió y su herencia se repartió entre ella y el amante de la actriz.
Dorothy Gibson fue un icono de belleza en la década de 1910 y una de las actrices más exitosas del cine mudo, sobrevivió al Titanic y protagonizó la primera película sobre el desastre y escapó de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, ni su nombre ni su historia son universalmente conocidos a día de hoy. Y esto se puede deber a varios motivos: una breve carrera de tan solo dos años en el cine, un turbio escándalo que la condenó a alejarse del candelero y el hecho de que su película más exitosa e importante se perdiera para siempre.
Dorothy Gibson cayó en el olvido, pero la historia de su vida también merece ser rescatada, un fascinante relato de fama fugaz, privilegio y supervivencia que es una película en sí misma.