Se conocieron dentro de un seminario en medio de rezos, reglas y silencios impuestos. Durante años intentaron reprimir lo que sentían, convencidos de que amar a otro hombre era un pecado. Pero el amor terminó siendo más fuerte que el miedo.
“Fue amor”, dice Melqui. “No fue tentación, no fue debilidad. Fue amor, y el amor no puede ser pecado”.
Ambos decidieron abandonar la formación sacerdotal y empezar una nueva vida juntos, lejos de la culpa y la doble moral.
Su historia de amor expone lo que tantas veces la Iglesia oculta: el costo humano del celibato impuesto, los años de represión, la violencia espiritual contra quienes sienten distinto. Melqui y Denisson no solo se eligieron entre ellos, eligieron la verdad sobre la hipocresía.
oy viven su amor abiertamente, enfrentando críticas pero también recibiendo apoyo de miles de personas que ven en su historia una señal de esperanza.
Nos enseñaron que Dios está en el sacrificio. Nosotros aprendimos que también está en la ternura”, dice Denisson.
En tiempos donde los fundamentalismos resurgen, su gesto es una forma de resistencia: amar sigue siendo un acto político.


















