A lo largo de nuestra vida, todos y cada uno de nosotros vamos desarrollando nuestra propia visión del mundo, en base a la experiencia y al aprendizaje que extraemos no solo de lo que vivimos sino de los que nuestros semejantes y nuestra cultura nos enseñan.
Esta visión incluye entre otros aspectos cómo deben ser nuestras relaciones con los demás, algo que nos lleva a tener expectativas respecto a las interacciones socioafectivas que mantenemos.
Sin embargo, a veces nuestras expectativas no son realistas, y nos encontramos con una realidad que no nos gusta y que nos puede generar insatisfacción. Aunque por lo general todos tenemos alguna decepción que acabamos superando, algunas personas viven en un estado de frustración permanente, afectados por unas expectativas excesivamente idealistas y románticas que cuando son confrontadas con la realidad no pueden llegar a satisfacerse.
Es lo que ocurre en el llamado síndrome de Madame Bovary o bovarismo, del que vamos a hablar a lo largo de este artículo.
El bovarismo o síndrome de Madame Bovary es un patrón desadaptativo de comportamiento y cognición que se caracteriza por la existencia de una insatisfacción persiste y crónica derivada de la fuerte discrepancia entre la realidad y las expectativas que tenemos del mundo, especialmente dentro del ámbito de las relaciones afectivas y románticas. Si bien las relaciones románticas son un elemento común en su tipo de pensamiento, lo definitorio del trastorno es la insatisfacción crónica y la persecución de un ideal de felicidad poco realista.
Este síndrome, una alteración conductual que si bien no tiene consideración oficial es cada vez más conocido, puede generar un alto nivel de infelicidad y sufrimiento psicológico a quien lo padece, y es mucho más frecuente en mujeres que en hombres, a pesar de que cada vez hay una mayor tendencia a un equilibrio entre ambos sexos. El nombre del síndrome parte de la novela Madame Bovary de Gustave Flaubert, en que la protagonista mantiene unas expectativas excesivas ante el amor (debido a la idealización de éste derivado de la lectura de novelas románticas) y busca satisfacerlas ante lo que considera una vida monótona y aburrida y un matrimonio sin amor, sin lograr jamás satisfacerlas.
Quien padece el síndrome de Madame Bovary suele mantener una visión idílica y utópica del amor y las relaciones, una visión que no resiste su contrastación con la vida real y que les genera por un lado una gran insatisfacción y por el otro un rechazo de dicha realidad, no pudiendo aceptar la gran divergencia entre sus expectativas y el mundo. Es habitual que mantengan una búsqueda compulsiva de la felicidad y de su visión de una vida y relaciones perfectas. Suelen buscar a su media naranja, su alma gemela o pareja ideal. También suele existir un miedo extremo a no hallarlas, e incluso la negación de esta posibilidad.
Suelen desarrollar una personalidad melancólica y dependiente, esforzándose al máximo por lograr que sus relaciones se aproximen lo máximo posible a su ideal.
Consecuencias psicológicas y relacionales
La afectación que genera este síndrome puede ser enorme. La persona en sí suele sentirse insatisfecha e infeliz de manera constante, y tiende a negar los aspectos del mundo que no se corresponden con sus ideales. Es habitual que aparezcan síntomas ansiosos y depresivos, con tendencia a la melancolía y la distimia, y en ocasiones derivan en comportamientos agresivos y autodestructivos.
Sus relaciones sociales y de pareja son altamente insatisfactorias, marcadas por la posesividad, los celos y las recriminaciones, a la par que tienden a centrarse en el otro (de un modo altamente dependiente) de tal modo que se deja de lado gran parte de los propios intereses con el fin de no ser abandonado. Existe cierto egocentrismo, valorando la relación por la manera en que esta le afecta únicamente al propio sujeto.
Síntomas principales de esta alteración
Entre los principales síntomas de esta alteración, destaca en primer lugar la presencia de la citada insatisfacción permanente, así como el mantenimiento de unas expectativas y perspectivas rígidas y poco realistas. Hay una fuerte disonancia cognitiva. No es infrecuente que la persona se vea a sí misma como sacrificada y idealizada, con tendencia a considerar ser merecedores de lo mejor.
Suele existir una visión del mundo sesgada, procesando únicamente la información que apoya su visión del mundo e ignorando el resto, e incluso se niegan a reconocerla. Asimismo, a nivel emocional tiende a existir asimismo una profunda sensación de vacío producto de la imposibilidad de alcanzar sus deseos, así como una sobrevaloración y una reacción emocional exagerada ante conflictos y divergencias. Suele existir neuroticismo y dificultades para tolerar la monotonía y la frustración, manteniendo también expectativas excesivas respecto a cómo debería ser su vida.
A nivel romántico estas personas tienden a buscar de manera compulsivo un amor ideal, dedicando una gran cantidad de tiempo a buscar el amor o bien a mantener a alguien a su lado. Hay gran dependencia emocional y a menudo el sujeto se centra exclusivamente en su pareja, con la cual se busca una identificación. La identificación con el otro llega al nivel de que los gustos y maneras de ver el mundo del cónyuge son copiados y asumidos como propios.
Sin embargo, cuando esta no cumple con sus expectativas pueden pasar a buscar a otras personas aún teniendo pareja, de tal manera que no es infrecuente la infidelidad y el no cesar una relación hasta poder saltar a otra considerada mejor. Amores imposibles y complicados suelen atraerles, dado el desafío que suponen.
Posibles causas
El síndrome de Madame Bovary no es un trastorno reconocido y sus causas no son enteramente conocidas. Sin embargo, la propia definición del trastorno establece que el origen de esta insatisfacción crónica se encuentra en la falta de adecuación entre las expectativas de la persona y la realidad.
Estas expectativas pueden deberse a una visión excesivamente utópica de las relaciones románticas, a menudo exacerbadas por la literatura u obras cinematográficas o teatrales. Asimismo, se ha observado que existe una tendencia a que las personas con este síndrome tienden a haber padecido situaciones de abandono, privación del afecto o maltrato en la infancia, algo que puede haber llevado a idealizar una situación de pareja o afecto normativa y un miedo extremo a no conseguirla.
¿Tratamiento?
El síndrome de Madame Bovary es una alteración conductual cuyo tratamiento implica trabajar sobre las creencias más profundas en lo que respecta al valor de las relaciones, la modificación de sesgos cognitivos y creencias poco realistas y el trabajo en autoestima. Es necesario hacer reflexionar y analizar sobre la manera de pensar, sentir y relacionarse tanto con uno mismo como con el entorno, así como sobre la manera esta ha afectado a la vida del sujeto y de quienes le rodean.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que este síndrome se ve profundamente afectado por características de personalidad y concretamente con el trastorno de personalidad dependiente, con lo que el tratamiento debe tener en cuenta que van a tener que trabajar aspectos profundos de la manera de ser y el mundo por parte del paciente, algo que puede requerir trabajar el porqué de la necesidad de un cambio antes de pasar a tratar los puntos problemáticas en sí.
Referencias bibliográficas:
Gaultier, J. (1892). Le Bovarysme, la psychologie dans l’œuvre de Flaubert, París, Francia. Fuente: Psicología y Mente.
Oscar Castillero Mimenza
Psicólogo en Barcelona | Redactor especializado en Psicología Clínica
Graduado en Psicología con mención en Psicología Clínica por la Universidad de Barcelona. Máster en Psicopedagogía con especialización en Orientación en Educación Secundaria. Cursando el Máster en Psicología General Sanitaria por la UB.