Cruzar una puerta y olvidar de inmediato el motivo de ingreso a una habitación es tan frecuente que se le atribuyó un término científico: efecto umbral. Este fenómeno, analizado por la psicología cognitiva, expone aspectos clave sobre la organización de la memoria.
Según un análisis de The Conversation, el efecto umbral no representa un fallo, sino un mecanismo útil para gestionar la información en el cerebro. Se trata de la tendencia a olvidar una intención justo después de cambiar de estancia o entorno. Lejos de asociarse a un deterioro cognitivo, refleja la manera en que el sistema de memoria procesa y almacena datos.
La memoria semántica, que permite recordar hechos y conceptos, depende a menudo de la memoria episódica, responsable de retener recuerdos vinculados a lugares y situaciones específicas. Al atravesar una puerta y entrar en un nuevo escenario, el cerebro interpreta que se finalizó una tarea y se inicia otra, lo que puede obstaculizar el acceso a la información relacionada con el contexto anterior.
El olvido puede surgir incluso si solo se imagina el cruce de una puerta, lo que prueba que el cerebro responde a la transición de escenarios más allá del acto físico. La multitarea también contribuye a estos lapsus. Al dividir la atención entre varias actividades, cierta información queda rezagada. El medio explica que la limitación de la capacidad cognitiva, unida al cambio de escenario, puede provocar que tareas no prioritarias se desvanezcan de la memoria activa.
El “efecto umbral” también se observa fuera del cambio físico de una sala. Puede presentarse al encontrar a una persona conocida en un sitio inesperado y tardar en reconocerla, porque el cerebro busca pistas familiares del entorno para identificarla. Este breve “quedarse en blanco” demuestra, al igual que el olvido tras cruzar una puerta, la sofisticación del modo en que la mente se ajusta ante estímulos imprevistos.