Una doctora reconocida, cansada de ver llegar a su consultorio mujeres violadas, decidió hacer algo que incomodó al mundo entero.
Creó un “condón” anti violación: un dispositivo que se coloca de forma similar a una copa menstrual, diseñado para activarse solo en caso de una agresión sexual, causando un dolor extremo al agresor y obligándolo a buscar atención médica inmediata.
La idea no fue aplaudida. Por lo que explica Badabun, al contrario, fue duramente criticada, acusada de ser violenta y de “violar los derechos humanos de los hombres” y de haber creado un instrumento medieval de tortura.
Pero entonces surgió la pregunta incómoda: ¿y los derechos humanos de las víctimas?
Ante las críticas, la doctora respondió con una frase que quedó registrada en entrevistas de la época: “Es un dispositivo medieval, hecho para un acto medieval…”
El invento nunca se masificó, pero dejó al descubierto algo más profundo: el nivel de desesperación al que pueden llegar las mujeres cuando la protección y la justicia no alcanzan.

















