Por Natalia González . El incidente nos ha servido para concluir varios hechos importantes. Por ejemplo:
Las bromas hirientes, y sobre todo sobre el aspecto físico de las personas, son violencia y entran en la categoría de luz gas o Gaslighting, que ejercen todos los maltratadores, ya sean narcisistas o psicópatas integrados.
En las opiniones que se han vertido sobre el hecho, observamos que critican a Will Smith señalando justamente que sólo se trató de una broma y que hubo un exceso de sensibilidad de parte del actor. Es el mismo discurso que emplean los abusadores para justificar y encubrir el maltrato: “No aguantas nada”, “eres demasiado sensible”, “sólo era una broma”. Son frases que buscan confundir a la víctima de abuso encubierto. El maltratador pone la atención en la reacción de la víctima para así desviar el foco sobre su agresión.
La reacción de Will Smith podría calificarse como “abuso reactivo”. Es cuando las víctimas de maltrato verbal o abuso emocional reaccionan en forma desmedida.
La sociedad sigue sin ver que el abuso verbal o psicológico a través de devaluaciones disfrazadas de broma, también son violencia, igual de graves que las de carácter físico.
Lo que se vio el domingo en pantalla a nivel internacional, es lo que viven todos los días en silencio cientos de miles de víctimas de psicópatas y narcisistas, como no hay golpes, ni sangre, la sociedad no puede o no quiere verlo.
Sigue causando más indignación la reacción al abuso, que el abuso mismo. Vivimos en una cultura claramente narcisista.
Cientos de miles de víctimas de abuso invisible con secuelas gravísimas no reciben justicia precisamente porque no hay golpes ni sangre de por medio.
Quienes dicen que la violencia genera violencia, tienen razón. Sólo que la violencia inició con la “broma” sobre la apariencia física de Jada Pinkett Smith.