Cuando caminan de la mano, todos voltean a mirarlos. Pero lo que realmente los hace extraordinarios no es la diferencia de altura, sino la fuerza de su amor.
Elisany da Cruz Silva, conocida como la adolescente más alta de Brasil debido a un raro trastorno que le provocó gigantismo, pasó gran parte de su vida enfrentando miradas, burlas y dolor físico. Ropa que nunca le quedaba, bancos escolares demasiado pequeños y un mundo que parecía no tener espacio para ella.
Hasta que apareció Francinaldo, un hombre tranquilo que la miró sin miedo y decidió quedarse. Con 44 cm de diferencia entre ellos, los besos y abrazos exigieron ajustes. Lo que muchos vieron como un obstáculo, ellos lo transformaron en belleza y complicidad.
En 2014 se comprometieron. Y aunque algunos se ríen o los juzgan, muchos más los admiran. Porque su historia no es espectáculo: es resistencia contra los prejuicios. Una prueba de que el amor verdadero no entiende de estaturas, ni de etiquetas, ni de estándares.