Han pasado 13 años desde que ocurrieron los hechos y Kristine y Michael Barnett han reunido fuerzas para hablar de la pesadilla que vivieron con su hija adoptiva, Natalia Grace, una supuesta niña de seis años de origen ucraniano que, según denunciaron tenían rasgos de psicópata. Una historia que parecía una copia del guión de la película de terror de Jaume Collet-Serra «La huérfana». Este matrimonio de Indiana (EE UU) se ha puesto frente a las cámaras para rodar un documentar de investigación de Investigation Discovery. El trailer de «El curioso caso de Natalia Grace» es clarificador de la verdadera tortura que sufrieron. «Trató de envenenar y de matar a mi mujer. Una noche, abrí los ojos y Natalia está parada al pie de la cama con un cuchillo en la mano», recuerda Michael. El documental consta de tres capítulos que se emitirán en días consecutivos a partir del 29 de mayo. El trabajo audiovisual contará con «entrevistas explosivas con miembros de la familia adoptiva de Natalia», como Michael Barnett y su hijo, Jacob Barnett, así como expertos legales, amigos y vecinos
La historia se dio a conocer cuando los Barnett fueron acusados de abandono por haber falsificado la fecha de nacimiento de Natalia para poder alejarla de sus vidas. Los hechos se remontan a 2010. La pareja, que tenía un hijo con autismo, decidió aumentar la familia. Debido a los diferentes problemas sufridos por Kristine durante los embarazos, que le impedían tener más descendencia, decidieron recurrir a la adopción y darle una hermana a Jacob, que a pesar de su enfermedad publicó su primer artículo académico a los 12 años y a los 15 estaba estudiando en un prestigioso instituto de física.
Cuando la agencia que habían contratado les habló de la posibilidad de adoptar a una niña de seis años con problemas de salud y de crecimiento, no dudaron y decidieron seguir adelante. Natalia tenía un trastorno del crecimiento óseo llamado displasia espondiloepimetafisaria, que lleva asociadas anomalías óseas, problemas de visión y de crecimiento. A pesar de ello, en 24 horas ya habían tramitado los papeles y conocían toda la historia de su futura hija: había nacido en Ucrania el 4 de septiembre de 2003, pero vivía desde hacía un tiempo en EE UU y necesitaba urgentemente una familia porque sus anteriores padres adoptivos la habían abandonado.
El proceso se completó en abril de 2010. Las ilusiones y sueños de esta familia duraron poco tiempo porque Natalia comenzó a tener comportamientos extraños, primero, y violentos después. Los inicios fueron muy esperanzadores para la pareja. El primer viaje fue a Disney World, comían helados, golosinas, jugaban mucho, la llevaron a conocer la playa… Y fue precisamente en el mar donde comenzaron a ver cosas extrañas. Natalia estaba deseando ir al agua y necesitaba la ayuda de sus padres para caminar, pero ellos estaban agotados y le pidieron que tuviera paciencia. Entonces, para sorpresa de todos, la niña dejó de lado sus problemas de movilidad y salió corriendo hacia las olas. Inaudito.
Ahí comenzaron atar cabos. Una de las cosas que más les sorprendió cuando la conocieron era que a pesar de su corta edad tenía muchos rasgos de una persona adulta. Kristine quedó conmocionada el día que la bañó por primera vez. La niña tenía los genitales llenos de vello púbico. Además, siempre rechazaba los juguetes y las muñecas y buscaba a niños mayores, incluso adolescentes, para jugar con ellos. Su vocabulario no correspondía con una niña de seis años, no tenía acento extranjero y cuando la familia le presentó a otra niña ucraniana no logró entender nada de lo que le decía.
El desconcierto era cada vez mayor. Cuando Natalia comenzó a ir al colegio tuvo una conversación con Kristine más propia de dos madres que de una adulta y una niña: «Estos niños son agotadores, no sé como puedes hacerlo», dijo Natalia. «Era muy difícil descifrar cuántos años tenía, pero en ese momento comencé a pensar que podía ser una adolescente», indicó Kristine a «DailyMail».
El siguiente golpe de realidad se produjo días después. había ropa ensangrentada en la basura. Natalia tenía el periodo y trataba de mantenerlo en secreto. En ese punto, decidieron ir al médico y les recomendó una prueba de densidad ósea para determinar su edad. ¿El resultado? Más desconcertante todavía. La prueba indicó que la niña tenía más de 14 años. El rompecabezas comenzó a resolverse y Kristine decidió aceptar la nueva realidad. Le renovó el vestuario para que no fuera como una niña y trató de hablar con ella sobre su identidad y su edad real.
Ese fue el punto de inflexión. Natalia comenzó a tener comportamientos extraños, agresivos e incluso homicidas.
Trató de atacar a un bebé cuando los padres estaban fuera de la habitación, manchó de sangre las paredes, a amenazar a la familia e, incluso a escuchar voces. Comenzó a realizar dibujos homicidas, en los que amenazaba con apuñalar a la familia mientras dormían. Natalia acabó en terapia, pero se burlaba de los médicos, por lo que acabó ingresada en un centro psiquiátrico durante unas semanas.
En 2012 se produjo la primera agresión contra su familia. Durante una excusión Natalia trató de empujar a su madre contra una valla electrificada. Kristine y Michael comenzaron a tener problemas de sueño. La niña se pasaba la noche de pie, se paraba en el pasillo, como si les observara… La pareja se vio obligada a esconder los cuchillos y los objetos punzantes por miedo a que les hiciera daño. Pero Natalia no paraba. Un día echó lejía y limpia hogar en el café de su madre. Estaba intentando envenenarla y no lo negaba.
Durante uno de los tratamientos, Natalia confesó que tenía 18 años y describió cómo había intentado matar a los miembros de la familia y dijo que no tenía remordimientos.
Los Barnett ya no soportaban la situación y comenzaron su estrategia para deshacerse de ella. Solicitaron al Tribunal Superior del Condado de Marion en Indianápolis, que corrigieran su edad para que pudiera recibir el tratamiento psiquiátrico apropiado para un adulto. El juez consideró que las sospechas de la familia eran reales y aceptó: Natalia pasó de tener 8 a 22 años.
La familia alquiló un apartamento, donde viviría Natalia bajo la supervisión médica del estado. Además, le proporcionaron un seguro social, cupones de alimentos y un documento de identificación. Natalia comenzó a dar problemas y le alquilaron un nuevo apartamento en Lafayette. Kristine declaró que hablaba con ella a diario y que había planificado que obtuviera el certificado de Secundaria y fuera a la universidad.
Le aseguraron un año de manutención y Kristine y Michael se mudaron a Canadá para que su hijo Jacob pudiera ir al Instituto Perimetral de Física Teórica en Waterloo (Canadá). El contactó se perdió. Los Barnett pensaron que Natalia habría dejado de tomar su medicación y que habría vuelto a hacerse pasar por una niña para engañar a otra familia desprevenida. «La última vez que hablamos por teléfono, ella me dijo que estaba cocinando espagueti para su nueva familia. No abandoné a nadie. Fui a Canadá para continuar la educación de mi hijo. Estas acusaciones son absolutamente devastadoras», añadió Kristine.
La pesadilla vivida con Natalia acabó con el matrimonio de Kristine y Michael y fueron juzgados por abandono de un menor. Michael finalmente fue declarado no culpable por un jurado en 2022 y en marzo de este año retiraron todos los cargos contra Kristine.
A pesar de las acusaciones de los Burnett, el diario DailyMail encontró a la madre de Natalia, que rechazó todas las acusaciones sobre la edad y el comportamiento psicópático de su hija.
Anna Volodymyrivna Gava rompió su silencio en noviembre de 2019 para afirmar que «Esta chica es mi hija que nació hace 16 años. Los médicos y mi madre me dijeron que la abandonara para que no arruinara mi vida. Mi hija nunca estaría bien, nunca podría moverse y estaría encadenada a una silla o a una cama». Anna, madre de otros cuatro hijos defendió a Natalia, dijo que nunca había mentido y le pidió que volviera con ella para conocer a sus hermanos. © La Razón.es