El día 31 de marzo de 1869, Allan Kardec se prepara para desocupar el inmueble de la Passage Ste. Anne. Planificaba mudarse para la Villa Ségur. Pero, al atender a un cajero de la librería, desencarna súbitamente. La causa más probable es la ruptura de un aneurisma de aorta.
Once años después de lanzado, El Libro de los Espíritus estaba en su 15ª edición, el Espiritismo estaba en el centro de los debates y la correspondencia era inmensa.
La muerte sorprendió a Kardec en medio de esa actividad infatigable. Cuando desencarnó, trabajaba en una obra sobre las relaciones del magnetismo con el Espiritismo.
El cuerpo de Allan Kardec fue sepultado al mediodía del 2 de abril, en el cementerio de Montmartre.
Se estima que más de mil personas acompañaron el cortejo.
Delante de la tumba, el astrónomo Camille Flammarion, médium de la Sociedad Parisiense, pronunció su famoso discurso, en el cual denomina al Codificador de «el buen sentido encarnado» y cierra, emocionado: «Hasta pronto mi querido Allan Kardec, hasta pronto».
En la primera reunión de la Sociedad Parisiense, después de la desencarnación de Kardec, los presentes lanzaron la idea de construir un monumento al profesor de Lyon.
La idea recibió la adhesión de espíritas de diversas ciudades. Y así se mandó construir el dolmen en el cementerio Père-Lachaise, para donde fueron trasladados los restos mortales de Kardec el 29 de marzo de 1870.
Dos días después de inaugurado el monumento, que no registraba aún la frase
*«Nacer, morir, renacer y progresar siempre, tal es la ley»*
grabada en 1870.
El 21 de enero de 1883 desencarna Madame Allan Kardec.
Su cuerpo es sepultado junto al de su esposo.
Casi 21 años después de la desencarnación de Kardec, en enero de 1890, sus amigos lanzan el libro Obras Póstumas, una colección de ensayos y anotaciones personales sobre asuntos diversos además de memorias de sus actividades y planes para el futuro.
Artículo de la Revista Espírita.